Nota publicada online
En la presentación de la Bienal Fundación Medifé Arte y Medioambiente, el teórico paraguayo Ticio Escobar se prestó a este diálogo junto a Ananké Assef y Fernando Farina. Un desayuno tranquilo previo a su presentación pública y aquí va la crónica de ese encuentro y parte de la sustancia de este proyecto de bienal.
Esta iniciativa de una fundación dedicada a la salud tiene varias originalidades, resultado del encuentro de Ticio junto a la artista Assef y al curador Farina, dos personas de gran experiencia que ya han trabajado en común. Delinearon una propuesta que sólo conserva el título de bienal porque será cada dos años, pero su estructura vitaliza el espacio bienal de un modo único. Pueden participar artistas, colectivos y no artistas “que quieran explorar desde su propia mirada” y se interesen por las cuestiones ambientales provenientes de todo el país. La presentación de los seleccionados se hará con público y deberán exponer su proyecto. A continuación el jurado se expedirá, designando la obra ganadora que puede ser emplazada en cualquier lugar del país. La charla comenzó a partir de estas precisiones que, según contaron, fue el resultado de un cruce de ideas que aprecia la descentralización y promueve un debate abierto sobre qué rol puede asumir el arte contemporáneo para mejorar la calidad de vida.
La designación de Ticio Escobar es un acierto pues su base teórica combina muy bien el acervo europeo y norteamericano con las vivencias profundas de un espacio lleno de peculiaridades como son las comunidades de la región de la que es oriundo, con las que trabaja desde hace años. Le planteo unas cuestiones que parecen coincidentes, pues el tema es el medioambiente y para los pueblos originarios no hay división entre hombre y naturaleza. Me comenta que efectivamente en el idioma guaraní hay dos nociones diferentes para nombrar la tierra.YVY que corresponde a la tierra física, cualquier territorio sin habitar y TEKOHA que ya es un territorio habitado, con un sesgo cultural, es decir simbolizado, imaginado. Hablamos de las ideas publicadas por Haroldo de Campos en su libro Brasil Transamericano donde propone sustituir la noción de influencias por la de confluencias y puntos de encuentro, cuestiones que luego serán abordadas por Escobar en su charla, analizando la inclusión del arte indígena dentro del arte contemporáneo.
Le cito a Carlos Drummond de Andrade, poeta brasilero que elaboró los caminos de su poesía como un ordenamiento analógico, ideograma crítico que incluye nueve cuestiones: el individuo, la tierra natal, la familia, los amigos, el choque social, el conocimiento amoroso, la propia poesía, los ejercicios lúdicos y una visión o tentativa de existencia. Nueve cuestiones que derivan en otra nomenclatura más metafórica donde el individuo se transforma en un yo todo retorcido, el choque social en lugar de las convocatorias y la tentativa de existencia en un intento de exploración y de interpretación de estar en el mundo. Particularidades que le señalo me han hecho valorizar su último libro publicado, Imagen e intemperie, donde Ticio plantea una clave de sus argumentos sobre la decadencia de los puros valores de la forma en el arte contemporáneo que se abre a otros campos y permite “desencastrar la circularidad de su propio lenguaje y abrirlo a la intemperie de la historia, de sus vientos oscuros y sus turbios flujos”. Sonríe pues esa argumentación fue el centro de su charla por la tarde. La cuestión del “arte ilustrado” instalado en un lugar aséptico, no permite incluir la diversidad maravillosa que contiene toda la producción “saludablemente contaminada” que admiten otros sistemas de expresión y sensibilidad de las culturas no centrales.
Escobar promueve con solidez argumentativa que el debate se amplíe y se redefinan conceptos que parecían extinguidos como los de utopía y emancipación. Le pregunto sobre qué base volver sobre estas ideas que han costado tantas vidas en nuestra región y me responde que el escenario y los propósitos han cambiado, que el debate ya está instalado dentro del arte contemporáneo donde desde hace unas décadas nociones “extra muros” como los diagramas, las cartografías, los temas políticos o cuestiones de la cultura más popular han hecho irrupción dentro de la esfera contemporánea produciendo una reactivación positiva y a la vez crítica. Su discurso en defensa de la pertenencia del arte aborigen dentro del arte contemporáneo “no como un camino pero sí como un caso” entra en el mismo plano y afirma que así como han caído ciertas polarizaciones europeas y ya no es posible hablar de un solo sentido del arte, tampoco es posible sostener una sola contemporaneidad sino muchas formas de “ponerse ante el tiempo” como propuso Heidegger.
El análisis de las producciones actuales de las comunidades que conoce muy bien, dan cuenta de esa necesidad de sustitución simbólica que acontece pues ese TEKOHA ha sido acotado. Muchas aves y felinos están en extinción, la selva paraguaya que dio más de 3000 elementos a la farmacopea occidental está cercada por cultivos, pero la estética y el valor alegórico se mantiene reajustándose, admitiendo contradicciones que condicionan el valor original volviéndolo actual, contemporáneo hasta el cruce de verlos vestidos con plumas teñidas mandando mensajes por celular. Pero vitales y activas, una interacción que puede inducir a descubrir las formas de participación en esta bienal a realizarse el próximo año.