Nota publicada online
En un mundo que se nos cambió de un día para otro y con la sensación de haber perdido la capacidad de tener frente a nosotros un horizonte claro, Zoe Di Rienzo, nos ofrece la posibilidad de un diorama del paraíso.
Esta atmósfera que la artista crea en Miranda Bosch, recupera esta experiencia y nos invita a detenernos, hacer una pausa y simplemente contemplar esta “naturaleza artificial” que creó para nosotros. Zoe arma esta puesta en escena; con un telón “cerró” la galería, generando un espacio de intimidad. Algo a lo que nos acostumbramos en cuarentena y aprendimos a disfrutar. Será la vibración del ‘amarillo-naranja’ del horizonte que se percibe, de este ‘nuevo amanecer’ que nos inunda creado en una sala de exhibición lo que nos da la certeza de que la artista tiene el don de construir el paraíso. Sin embargo, aquí no hay nada librado al azar; cada flor, cada pájaro, incluso la lluvia, están cuidadosamente ubicados en su marco, sobresaliendo exactamente lo que Zoe decidió. Hay un control estricto de los materiales, “lo opuesto a la idea del paraíso que implica libertades”.
Zoe de Rienzo es, en cierto punto, una mujer antigua. En sus creaciones, muchas veces escenográficas, rescata elementos de otros tiempos -que hablan de historias y de lazos afectivos-, como el video lúdicamente ingenuo que habla de amor y que acompaña la muestra y el silloncito traído de su casa para sentarse cómodamente a contemplarlo. Ella tiene la capacidad de crear mundos a partir del imaginario colectivo y proyectarnos hacia el centro de su propio paraíso “dirienzano”.