Nota publicada online

Con motivo del 50 aniversario de la instauración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer por parte de las Naciones Unidas, el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires presentó Sentir Abstracto, su programa de exposiciones para este año, dedicado íntegramente a la mujer.
La primera parte del programa está conformada por tres exposiciones: Cecilia Biagini : Enredo simple, con la curaduría de Fernanda Laguna, Mujeres en la colección: Pulsaciones, con curaduría de Sol Santich y como parte del ciclo MACBA Kabinet, fotografías de Dora Maar con la curaduría de Jonathan Feldman.

El aniversario conmemorado el 8 de marzo del presente año no ha sido un aniversario más, Por efecto y cantidad de su número y por circunstancias que hicieron a su contexto no ha pasado indiferente. Las calles y plazas de Buenos Aires y de las principales ciudades del país han sido testigos de marchas multitudinarias donde se reivindicaron las históricas luchas de las mujeres y diversidades y además se impugnaron los discursos amenazantes que intentan desacreditarlas. Las luchas también iluminan, sirven de aliciente en diversos ámbitos, revalidan trayectorias e inspiran proyectos. En esta dirección, el programa Sentir Abstracto, se sirve de la reciente marea en su inicio para proponer tres valiosas exposiciones que confluyen entre sí y que brindan un panorama amplio, ecléctico e histórico de producciones llevadas a cabo por un gran número de mujeres artistas.
La primera de ellas es Enredo simple de Cecilia Biagini (Buenos Aires, 1967), artista de amplia trayectoria radicada en Nueva York desde 1998 cuyos trabajos han incursionado por diferentes disciplinas como el teatro, la poesía y las artes plásticas. Siempre interesada en la experimentación más que en planes previstos, su obra explora las posibilidades de los materiales en sus aspectos más sutiles, en sus inclinaciones azarosas y en la generación de encuentros permeables.
En el centro del segundo subsuelo del museo se encuentra el corazón de la exposición: una extensa mesa a muy baja altura donde se han dispuesto una multitud de elementos que conforman una especie de retrato objetual de la artista. Entre ellos es posible observar fotografías y apuntes personales, un velador, cartas, libretas, recortes de periódicos, dípticos de antiguas exposiciones, programas de obras de teatro, fotocopias de libros y pequeños parlantes que el público puede accionar. Tal como indicó la curadora, Fernanda Laguna, se puede imaginar este muestrario como un pop-up, uno de aquellos libros de los que emergen figuras al abrirlos; formas que en este caso, además se hallan atravesadas por líneas de tiempo.
“El taller es un laboratorio donde hago modelos para armar. Esto más esto más eso otro, Que flote que cuelgue que contenga que proyecte que suene. La conexión de un cable a tierra con el espacio sideral. La vibración oscila en su magnitud y soy un traductor del polvo que los une”. La frase, una sucinta declaración de principios, se encuentra en uno de los escritos de Biagini que acompañan a las obras que, a su vez, funciona como nudo conceptual de todo lo que se encuentra expuesto. En este universo es factible hallar pinturas abstractas donde reinan las tramas geométricas, otras que aparentan un enjambre de líneas y figuras, telas arrugadas que apuntan a desacralizar la idea canónica del cuadro como una tela tensa y así emparentarse con los collages escolares y otros trabajos multiformes. Entre ellos capta la atención un conjunto de pequeñas piezas, realizadas a poco de arribar a EE.UU que conforman una especie de habitación propia desde donde ella desafió las restricciones coyunturales y se dejó llevar por la insistencia del oficio. Por otra parte, Biagini también incorpora la tridimensión y el sonido a través de móviles cuyas disposiciones atravesadas por la tensión y la desarticulación del espacio convocan al espectador a sumergirse en ellos. Se podría concluir que Enredo simple es la resultante del encuentro fortuito entre la fuerza de gravedad y la incansable pulsión creativa de la artista.
Mujeres en la colección: Pulsaciones se presenta como el primer episodio de un ciclo expositivo a partir de las obras de la colección del museo, algunas de ellas recientes adquisiciones, que pretende realizar un recorrido por los 50 años de producciones artísticas que han sustentado la vigencia y el interés por la geometría y sus posibilidades estéticas en la región.
La muestra, que ocupa dos pisos, exalta la legítima potencia artística de una primera selección de autoras argentinas cuyas piezas imaginan y ensayan todo un campo de posibilidades de viabilizar experimentos con el color, las formas, los movimientos físicos o virtuales, la percepción y las vivencias del espacio. Entre otras, participan en esta oportunidad Alicia Orlandi, Mariela Scafati, Leila Tschopp, Marcolina Di Pierro, Gabriela Boer, Verónica di Toro y Silvia Gurfein. Si bien cada obra, cada unidad expuesta de estas artistas, es autosuficiente, la estrategia pensada desde la curaduría habilita en el aura de los límites de dichas piezas un intersticio significante y dinámico para que sean enriquecidas o complementadas por las restantes que se hallan alrededor. Se establece en y a partir del conjunto, entonces, una peculiar simbiosis, un excedente palpable que no deja a nadie indiferente.
Dicha experiencia, tiene su diástole y su sístole. Un ritmo: un momento expansivo de mayor intensidad y color y otro más relajado, más meditativo, más monocromático que se corresponde cada uno a la disposición en las salas. No obstante, existe la posibilidad de un nexo hipotético dado por una extraordinaria obra de Cristina Guetty que navega en el preciso filo que une y separa simultáneamente el orden y la desestabilización de los sentidos.
Dora Maar, cuyo nombre real era Henriette Theodora Markovitch, nació en París en 1907 y falleció en esa misma ciudad a la edad de 90 años. Dado el vínculo afectivo establecido desde fines de la década del treinta hasta mediados de la de los cuarenta con Pablo Picasso, durante mucho tiempo su figura se la ha asociado a la del pintor malagueño, opacando así una prolífica e intensa labor artística. Esta exposición, por lo tanto, tiene como objetivo contribuir a revisar y a reconsiderar de forma autónoma su obra.
En la década del treinta, Dora Maar manifestó su destreza con la fotografía y sus imágenes no pasaron desapercibidas. Compartió estudio con el célebre Brassai (Gyula Halász) y realizó retratos de moda para portadas de revistas así como fotografía publicitaria y urbana. Como pionera del surrealismo, acusó la influencia de la teoría psicoanalitica de Sigmund Freud, de la poesía transgresora de Arthur Rimbaud y de las excentricidades del dramaturgo Alfred Jarry, iniciando así una obra más experimental donde resaltaron sugestivas e inquietantes exploraciones psicológicas. Su condición de mujer dentro del surrealismo, hegemonizado por varones, también sirve para dar cuenta de las contradicciones internas y de las limitaciones que existieron en este movimiento de vanguardia.
La selección de fotografías y fotogramas inéditos que pueden observarse en el MACBA por cortesía de Amar Gallery de Londres, y cuya exhibición por primera vez fuera de la capital inglesa se realiza en Buenos Aires, se encuentra íntimamente relacionada con la residencia de Dora Maar en Argentina desde los tres a los veintitrés años y corresponden a dos series que ponen en evidencia dos temporalidades de su producción y su constante afán experimental. Por una parte se exhiben imágenes urbanas y retratos correspondientes a su etapa inicial donde se hacen presentes personalidades pertenecientes a su círculo de allegados. Dentro de este primer conjunto tiene un insoslayable valor documental una fotografía que ilustra el proceso de creación del Guernica (1937) de Pablo Picasso. La otra serie, está conformada por composiciones abstractas de la década del ochenta y fueron realizadas dentro del laboratorio sin intervención de la cámara fotográfica colocando objetos sobre el papel fotosensible. Mediante esta técnica dio lugar a imágenes en las que la extrañeza de objetos de uso cotidiano se torna palpable.
Vale señalar que si bien las tres propuestas resultan convergentes en cuanto a su misión esto no significa que hayan sido encaradas sujetas a un criterio curatorial homogéneo. Afortunadamente cada una de las exposiciones fue curada siguiendo las necesidades que cada corpus de obras parecía requerir y ello ha producido un resultado final virtuoso.
MACBA
Av. San Juan 328, San Telmo
Lunes a viernes de 12 a 19 hs
Sábados, domingos y feriados de 12 a 19 h
Martes cerrado
Las tres exposiciones estarán vigentes hasta el mes de julio