Nota publicada online
Carola Zech presenta en la Sala C del Centro Cultural Recoleta 10 instalaciones que despliegan su dinámica en el espacio de la sala avanzando sobre el muro y el espacio. Formas geométricas simples de acero pintadas con colores metalizados y unidas por imanes de alta potencia. La muestra está curada por el critico Philippe Cyroulnik.
El color, el espacio y la forma son los ejes principales alrededor de los cuales gira la obra de Carola Zech (1962), una obra marcadamente contemporánea que se abre a un nuevo e infinito mundo de interrelaciones y cuyo magnetismo podemos comprobar al recorrer la Sala C del Centro Cultural Recoleta, curada por critico de arte francés y director del Centro de Arte Contemporaneo de Montbeliard, Philippe Cyroulnik.
Egresada del IUNA, teórica y apasionada por la lógica encerrada en la matemática árabe, su obra escultórica sufrió un cambio radical en el 2000, después de un seminario de arte a contemporáneo con Juan Astica y comenzó a experimentar con el color trabajando en tercera dimensión con planos que se interrelacionaban en el espacio. Estas investigaciones la llevaron hacia un nuevo camino, el delcolorespacioformacomo concepto único e indivisible. Todo en el espacio físico está unido de manera magnética -polos que se atraen y se repelen- en aparente estabilidad y con la propiedad de poder modificarse en un solo instante. Así aparecen en su obra los imanes, como una metáfora de lo que irradia el color. Imanes de alta potencia que utiliza incluso para construir sus esculturas.
Carola Zech se zambulle de manera contundente en la tradición de la abstracción geométrica; prefiere el impacto visual del color y la forma constructiva a la expresividad del trazo. Las formas elegidas son el punto y la línea. El proyecto del Recoleta está pensado desde la dinámica del espacio como un sistema, el punto y la repetición de ellos en distintos tamaños y colores salpican la pared de la sala a modo de estallido. Por su parte, las líneas, organizadas por grupos de colores fríos y cálidos, con espacios entre ellas, componen una sinfinía musical.
La obra de Zech es absolútamente original y una de sus principales características es el carácter industrial de los materiales; utiliza como soporte el metal que colorea con pintura bicapa para autos; ella misma prepara los colores y es justamente allí, donde la obra se vuelve sensible. Explícitamente busca la iridiscencia para representar lo magnético de una sensación. Un magnetismo que permite infinitas interacciones y relaciones.
Una mágica atracción, como el arte contemporáneo y la vida misma.
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Hasta el 31 de marzo,
Centro Cultural Recoleta, Sala C