Nota publicada online
La galería OTTO presenta una muestra donde cuatro artistas hacen honor a Cuatro Elementos, todos ellos cercanos a su hacer creativo habitual. Es así como las esculturas, ponen en diálogo sus obras en una sala donde la propuesta del montaje apunta a destacar la individualidad característica de cada elemento, la factura propia de la mano de cada artista buscando potenciarlos entre sí.
Vidrio, madera, mármol y hierro son los elementos en cuestión. Materias primas si las hay para los escultores, todos ellos han sabido amoldarse a los requerimientos más complejos de los artistas a lo largo de la historia. Con un texto de sala que da cuenta de las composiciones químicas que los conforman, la muestra gravita en torno a la observancia de esa composición molecular que los hace únicos, la cual describe estructuras abstractas organizadas muchas veces en fractales bajo, una lógica interna perfecta y equilibrada y de una belleza contundente en su simpleza. Cada uno de los artistas busca ser fiel a la esencia de los elementos y al mismo tiempo, usar la abstracción como fundamento de sus trabajos rindiendo homenaje no solamente a las posibilidades que la nobleza de los elementos ofrece para quienes saben manipularlos sino transitando los senderos de lo abstracto, proponiendo al espectador vincularse con la materialidad sin pasar por el filtro de la figuración, estimulando la imaginación.
“Cada uno de los artistas forma con su material una dupla inseparable, y todos coinciden en percibir la intensidad y trascendencia de esa conexión durante el proceso creativo. Es en esta unión sensible donde se juega gran parte del resultado final de la obra, y es justamente la pasión que cada uno muestra en este vínculo lo que nos llevó pensar esta muestra”. Palabras más que acertadas las de Eugenio Ottolengui, director del espacio, las cuales acompañan estas esculturas de pequeño y mediano formato, todas ellas con una presencia volumétrica interesante, con supremacía de la curva y la organicidad y, como dato curioso, respetando paletas que destacan colores, atributos y posibilidades propias de cada uno de los cuatro elementos. Es así como el vidrio en manos de Mónica Canzio combina pinturas al óleo con soldaduras, dándole un carácter reelaborado a la presentación del vidrio en sí mismo. Colores sólidos y brillantes hacen que las superficies de los objetos actúen como espejos que devuelven los reflejos tanto de la sala como del espectador, haciendo que las piezas luzcan livianas y transparentes. El mármol de Carrara en manos de Carmen Dardalla propone una vuelta de tuerca donde las obras comparten esa combinación contrastante de la rusticidad del material en bruto por un lado y por otro, un acabado exquisito donde se describen formas sutiles que mucho se asemejan a continentes con agua en su interior gracias a la presencia de la resina que aporta una plasticidad única a piezas de enorme peso visual. No todas son obras de bulto en Cuatro Elementos; Fabio Miniotti aborda el desafío de poner en el plano, colgando de las paredes, piezas donde el hierro estable un juego de fuerzas y equilibrios: cuando las obras parecieran ser más aptas para estar apoyadas en espacio firme, ellas se despliegan en una composición acompasada en la pared, creando profundidad y volumen con total naturalidad como si fuesen plumas negras y no sólidas estructuras férreas. Completa la propuesta María Torcello con obras en madera que ella misma describe como una suerte de cinta de Moebius donde principio y fin son un solo relato haciendo que toda referencia de certidumbre se vea comprometida. Trabajos elegantes, de un acabado que permite registrar la trama, la veta que dibuja distintas rutas en la madera cada una con tonalidades propias.
Cuatro Elementos funciona teniendo en cuenta la armonía del conjunto pero cada propuesta es un corpus sólido con entidad en sí mismo. Y yendo un paso más allá, cada obra dentro de cada una de las materialidades asignadas a los escultores, responde a una mano que demuestra conocer el elemento elegido, que tiene confianza en aquello que le aporta y lo usa como un socio creativo. Se integran así en un discurso superador y juntas componen una melodía donde la abstracción, la naturaleza, la organicidad y la creatividad de los cuatro artistas, que conocen al dedillo su oficio, suenan al unísono.