Nota publicada online

miércoles 10 de julio, 2024
Cacchiarelli, Picabea y Petroni en el MACBA
Indagaciones en torno a los caminos de la abstracción
por Alejandro Zuy
Vista de sala. Obras de Gillda Picabea. Ph.: Eugenia Kais
Vista de sala. Obras de Gillda Picabea. Ph.: Eugenia Kais

El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires presenta, a partir de este mes, un contrapunto entre dos exposiciones antológicas alineadas con la tradición de la pintura abstracta:El espejo y el desorden de Natalia Cacchiarelli y Deriva utópica de Gilda Picabea, ambas bajo la curaduría de Belén Coluccio.

Vista de Sala. Obras de Cacchiarelli

El arte, en su discreta alianza con el tiempo, urde metamorfosis que involucran filiaciones, poéticas, experiencias vitales y la vida secreta de los materiales. En cada oportunidad que se exteriorizan se hace posible echar una mirada retrospectiva, verificar el estado de su situación en el presente e imaginar sus conformaciones venideras. Las exposiciones simultáneas de la pintora bahiense Natalia Cacchiarelli y de su par porteña Gilda Picabea que acaban de inaugurar en el MACBA confluyen en ese sentido. El contexto en el que han encontrado lugar no es indiferente a la reconsideración de las indagaciones postuladas por referentes de anteriores generaciones ni a la revalorización de artistas que han sido relegadas en el pasado. Su pertinencia habilita además un análisis por contraste de sus trayectorias personales.

Natalia Cacchiarelli pertenece al grupo de artistas que a fines de la década de los 90 impulsó una renovación de la abstracción geométrica, integró el grupo Cero Barrado y en su formación es posible destacar su paso por los talleres de Adolfo Nigro y de Pablo Siquier. El arribo a la ciudad de Buenos Aires supuso para ella un profundo cambio de escala y el impacto ocasionado por la cuadrícula de la nueva gran traza urbana no tardó en verse reelaborada en su obra.

El espejo y el desorden despliega, sin seguir un orden cronológico, los resultados obtenidos por Cacchiarelli luego de ensayar un amplio repertorio de intereses pictóricos durante poco más de dos décadas. En ellos, el triángulo es la figura geométrica más recurrente, tanto por su plasticidad como por su condición generadora de otras figuras. El color pleno, la exploración gradual de gamas cromáticas o la sugerencia de espacios virtuales cobran en sus aristas singular protagonismo. La puesta a prueba de duplicidades es otra constante. Le sirve a la pintora para maniobrar entre la estricta precisión de la línea o el desenfado tendiente a la emocionalidad, así como entre el establecimiento de límites nítidos o el anuncio de su posible disolución. Las contraposiciones también pueden encontrarse en las texturas de las superficies de las telas. La apelación temprana a la técnica del dripping difiere en sus efectos de manera notoria con la pincelada informalista de su obra más reciente. La disposición de las obras permite al mismo tiempo seguir la progresión de las series, entre las que se destacan As you are,Tribeca o la más explícita Vértigo,como rastrear disonancias, familiaridades o puntos de fuga entre ellas.

Si la pregunta que atraviesa la carrera de Cacchiarelli tiene que ver con la inserción de una artista en un centro de producción y exhibición, la que corresponde a Gilda Picabea apunta directamente al oficio, a las causas de la pintura. Así es como el plano le resulta inquietante. No sólo porque puede señalar el punto cero del oficio sino porque en él aguarda desplegarse lo latente y se conserva lo espectral prepictórico. La inquietud la hace extensiva a las propiedades del color, en especial a su inestabilidad, incluso a lo impredecible de las reacciones químicas del óleo a lo largo de los años.

Deriva utópica es una muestra que gira en torno de dos ejes que se entrecruzan: el primero, más subjetivo, exhibe el conjunto de tensiones que preocupan a la autora y el segundo, más comprometido con un legado, como indica la curadora Belén Coluccioestablece un estado de polémica con otras pinturas que son sus referentes” dado que el programa de Picabea busca retomar y dar continuidad a los desarrollos de la abstracción concreta sudamericana originados ya hace ocho décadas. En este aspecto, cabe subrayar la presencia de documentación del proyecto La línea roja de Lidy Prati que Picabea presentara en 2021 en el Museo Nacional de Bellas Artes; proyecto de investigación, intervención artística y curatorial que realizó sobre la colección de arte concreto del museo que buscaba revalorizar el aporte fundamental de Prati a dicho movimiento a través de su participación en la revista Arturo.

En las salas donde se han ubicado sus obras prevalece el gran formato. En las telas reinan los desafíos óptico-perceptivos que pugnan por resolver qué es la figura y qué el fondo, en ocasiones de manera armoniosa o vibrátil gracias al color; en otras, en cambio, las figuras punzantes sugieren una resolución violenta del conflicto. Similares tensiones se aprecian entre esfumados y figuras definidas. En cuanto a la investigación acerca de la potencialidad del plano, se observa que de él pueden emanar tanto imaginarios lenguajes que se deducen a partir de espacios vacíos o de plantillas de arquitectura como ofrecer una interpretación sintética de La pasión de Miguel Ángel vía esquemas tomados de la Bauhaus.

El espejo y el desorden y Deriva utópica se ven complementadas por la apertura del ciclo MACBA Kabinet a cargo de David Petroni con Iridiscente que ha contado con la curaduría de Luciana García Belbey. Es de resaltar en el trabajo de Petroni el profundo y paciente estudio llevado a cabo con las superposiciones de capas de color en sus pinturas y con los relieves geométricos en el espacio arquitectónico que evocan las Atmósferas cromoplásticas de Luis Tomasello. El conjunto suma a su favor la cambiante incidencia de la luz natural en la sala a lo largo del día.

Cierto magnetismo conservan aún, en las generaciones de artistas que habitan nuestro presente, aquellos movimientos que tuvieron la necesidad de una radical renovación hacia el final de la primera mitad del siglo XX. Si bien parece haber un abismo entre aquel escenario y el actual, en dicha atracción parecen vislumbrarse factores que alientan la persistencia o la reconfiguración de sus preocupaciones, así como la necesidad de reparar lazos, de conjurar amnesias de la historia o incluso de añorar ese impulso moderno hoy tan ausente.

Natalia Cacchiarelli - Gilda Picabea: hasta el día 27 de Octubre 2024

David Petroni: hasta el día 25 de Agosto 2024

MACBA - Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires

Av. San Juan 328 - CABA

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