Nota publicada online
La serie temática Bureaucratics del fotógrafo holandés Jan Banning, que se presentó en el Centro Cultural Recoleta en el Festival de la Luz de 2010, llegó por estos días al Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan.
Ese continúo de personajes retratados, tan folklóricos como distantes, nos son sin embargo ¡tan familiares! Quién no se topó en su vida con alguien así parapetado tras ese rictus congelado que da la importancia de su cargo y la fortaleza de un sólido escritorio, infranqueable. Un espécimen presente en todas las sociedades: hierático en el granito negro del antiguo Egipto, adusto pero voraz en los lienzos de Rembrandt, sórdido en el trazo burlón de Daumier o en las plumas de Gogol, Zolá, Kafka…
El gran acierto de la serie temática Bureaucratics del fotógrafo holandés Jan Banning, que se vio fugazmente en el Festival de la Luz del 2010 y acaba de exhibirse en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, es haber encontrado ese adn inconfundible que identifica al funcionario público en los despachos de ochos países y cinco continentes, Bolivia, China, Francia, India, Liberia, Rusia, Estados Unidos y Yemen. Una estética muy precisa enhebra la serie, compuesta por medio centenar de fotografías. La cámara de Banning está exactamente ubicada a una altura que es la mirada del peticionante, a quien no vemos pero podemos imaginar tembloroso, de pie, a la espera de un gesto, de un permiso. Y como en Las Meninas de Velazquez, el punto de vista es a la vez es el lugar del espectador frente a una ritualización del poder que paraliza e inhibe. Un juego de espejos, un simulacro que juega con el ida y vuelta de las miradas.
“Aunque parezcan planificadas y hasta teatralizadas, las tomas son pura espontaneidad”, señala Virginia Agote, directora del museo sanjuanino. “Estos personajes son funcionarios públicos reales, en un día cualquiera”. Y añade: “La composición es impecable. El formato cuadrado refiere a la ‘estructura’ estatal, los detalles hacen que las imágenes sean elocuentes. Más allá de su ironía, tienen al mismo tiempo humor y desolación; respeto y provocación; acidez y ternura”.
Benning, que además es historiador, crea toda una tipología que remite a August Sander y a su célebre proyecto fotográfico La gente del siglo XX. Los epígrafes de las fotos rubrican el relato, contextualizan la data y el espacio. Así, el universo kitsch que rodea a Rudy Flores, oficial de la fuerza de Texas, EE.UU., y un salario de 3.720 dólares contrasta con el desolado despacho de Nadja Ali Gayt, consejera para mujeres rurales en Yemen y 110 magros euros de paga. O la agobiante carga de lo público que aplasta por igual a Sushma Prasad, asistente del Estado de Bihar, y 100 euros de paga, y a Surinder Kumar Mandal, Inspector de Impuestos, 9500 rupees (US$ 208), ambos de la India.
En esa construcción del poder, Bennig no forzó las situaciones. Todo es más pulcro y más amigable en los despachos de Rodolfo Villca Flores, Jefe de servicios sanitarios de la municipalidad de Betanzos, Bolivia. de la sonriente Wang Ning. Asesora económica en la Provincia Shandong, de China, de Lyudnila Vasilyeuna Malkova, Secretaria Mayor de la ciudad rusa de Tomsk, con un halo aristocrático que refuerza un decorado victoriano de sedas y encajes...
Jan Banning nació en los Países Bajos en 1954, de padres daneses e indo-orientales. Estudió historia económica y social en la Universidad de Nijmegen. Desde 1981 trabaja como fotógrafo. Su obra cruza los caminos del arte y de la investigación periodística y ha sido ampliamente publicada en libros, revistas y periódicos de distintos países. El eje central de su obra es el poder del Estado, y en esa línea conceptual se inscribe este notable ensayo visual.
“Es ineludible la referencia a Kafka, precisa Agote, pero al ‘exportarlo’ a diversos continentes y culturas, nos remite al sinsentido de la vida, sea cual sea el entorno y la cultura donde se transita”. O sea, adquiere una dimensión global y por lo tanto es un “espejo donde mirarnos”, según Virginia Agote.
Cabe destacar el excelente diseño curatorial de la muestra en el Franklin Rawson de San Juan, un museo de excepción en la región cuyana. Y permite reflexionar que a veces, parapetados en un benévolo gesto aprobatorio y en el bolillero de una mesa examinadora, Buenos Aires sigue mirando al mal llamado “interior” del país como los personajes de la serie de Banning…