Nota publicada online
Exponen en Central Newbery. Las tres se ubican en la tradición de la pintura con miradas diferentes y contemporáneas.
Lo de las tres es la pintura. Un hecho que queda en evidencia después de recorrer el amplio espacio de Central Newbery, galería donde exponen las artistas.
El realismo de las obras de Elena Blasco es poesía visual en el estricto sentido de la palabra ya que retrata la emoción en todos sus claroscuros logrando un profundo clima de intimidad con el espectador. En esta serie los retratados son los objetos. Objetos cotidianos, fieles testigos silenciosos, que guardan el secreto de ese momento que pasó y que será revivido cada vez que vuelvan a mirados. De importantes tamaños, pintados con oficio y sensibilidad a modo de secuencia fotográfica, estas pinturas revelan la intangibilidad de nuestras vivencias.
Atrás quedaron las sugestivas mujeres de Genoveva Fernández. Esas figuras planas de líneas definidas muy cercanas a las mujeres de Gustav Klint. De ellas sólo rescata el espíritu lúdico y lo plasma en el ornamento. La línea rítmica y ondulante, el color plano y sin estridencias, el trazo uniforme que contiene movimientos y formas. El resultado es música para los ojos que, combinadas en dípticos y trípticos, ofrecen al espectador una sinfonía abstracta alegremente calma.
Los paisajes de Laura Varangot contagian energía y vitalidad. De enormes proporciones, al mirarlas podría escucharse el sonido del viento cuando arremolina los colores en cada rincón de la tela. El color por sí mismo expresa algo y la artista lo aprovecha; con pinceladas cortas y otras mas largas, siempre rítmicas y armónicas. El resultado queda a la vista: obras equilibradas, alegres y vitales.
“Toda la vida es una espera” afirman las artistas. “Hay un momento para pintar, llega el instante para la última pincelada y el tiempo para mostrarla; siempre se espera”. Estas tres mujeres disfrutan del placer de esta espera y lo saben trasmitir con belleza. Porque, ¿qué es lo bello sino un anticipo de la felicidad?