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"El cuerpo del tiempo” es el título de la muestra que se exhibe en San Juan hasta el 22 de septiembre y reúne importantes obras del consagrado artista norteamericano, figura clave del videoarte. Sus obras, reconocidas en el mundo entero, llegan al museo por primera vez en el marco de la BIENALSUR-Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur.
El ojo de un búho refleja la imagen de Bill Viola (New York, 1951). El artista pasó varias semanas tras los pasos de una manada de bisontes en Dakota del Sur. En otros sitios observó aves, peces, elefantes, cebras, gatos y perros salvajes. No hay artificio: pionero del videorarte, Viola convivió con ellos, se volvió una sombra de sí mismo para que nada opaque esas tomas vitales, recopiladas durante años, muchas de ellas mientras era residente en el Zoo de San Diego. Filmó también a un grupo de fiyianos en trance que caminan sobre brasas al rojo vivo, tragan fuego y empujan pinchos de bronce a través de la piel de las cejas, los lóbulos de las orejas. Y siguen con labios, mejillas, brazos y espalda. Es un ritual de purificación hindú en el Templo Mahadevi, en Suva.
Son imágenes de I Do Not Know What It Is I Am Like (No sé qué es lo que soy, de 1986), uno de los videos más ambiciosos y potentes de Viola, que integra El cuerpo del tiempo en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, una de las exhibiciones de Bienalsur, la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur.
“Viola entiende muy bien el lenguaje de la percepción humana y sabe cómo activar la tecnología para potenciar esa percepción”, dice en diálogo con Arte Online el reconocido curador Marcello Dantas, al cuidado de esta muestra y quien conoce al artista hace 30 años. “Es un artista solitario –dice–. Vivió durante años encerrado con búfalos, visones y elefantes hasta que logró que los animales no lo consideraran una amenaza”.
Graduado en estudios experimentales en la Universidad de Siracusa, Viola comenzó a trabajar con video a principios de la década de 1970. Recibió becas para estudiar artes creativas en Japón, donde estuvo casi dos años. Su vida y su obra están influenciadas por el budismo zen, que practica hace 40 años. Prolífico, hizo instalaciones, vídeos, películas, entornos sonoros, proyecciones de video y obras para conciertos, óperas y espacios religiosos.
I Do Not Know What It Is I Am Like, que tiene una duración de casi 90 minutos y que se proyecta en el ciclo del auditorio, conjuga una reflexión sobre los ciclos de la vida, la muerte, la conciencia animal y la condición humana. “Ibin Arabi, un escritor sufí del siglo XII en el que he estado interesado, dice que la forma de acercarse al estado más elevado de la divinidad, más allá de la capacidad humana, es ir primero al fondo, ir por debajo de la animalidad”, dijo el artista en una entrevista en The New York Times, publicada en 1987.
Impactante renacer
Cubierto con una sustancia pringosa amarronada, el hombre, de pie con el torso desnudo y vestido con jeans, deja ver su boca entreabierta y oscura por esa especie de brea. Respira suavemente, parece angustiado. Todo es medido, imperceptible: gestos leves que hay que interpretar. Sobre su torso fibroso empiezan a caer gotas; otras se eyectan de su cuerpo. A ritmo vertiginoso, una cascada de agua purísima mezclada con brea - placenta y sangre transforma al hombre. El sonido va en in crescendo. La escena deja sin aliento: Inverted Birth (Nacimiento invertido, 2014), en una pantalla de más de 5 metros de altura, produce una experiencia hipnótica e inmersiva, que toma cuerpo y alma.
En el Museo Franklin Rawson se presenta también una serie de videos más experimentales que el artista hizo en distintos desiertos, y que se eligieron por el vínculo con el sitio de exposición. “Pensé que tal vez la mirada de Viola sobre el desierto puede producir una imagen muy transformadora para aquellos que viven en el desierto: poder ver cosas que no están o no ver cosas que están. Eso es lo que produce la obra de Viola”, dice Dantas. En Chott el-Djerid (Un retrato de luz y calor, 1979), filmado en el desierto del Sahara, en Túnez, los espejismos del desierto junto con imágenes de las praderas invernales de Illinois (Estados Unidos) y Saskatchewan (Canadá), filmadas durante una tormenta de nieve, crean una imagen extraña, difusa, en el límite entre realidad y ficción. En el auditorio del museo se presenta un programa con una selección de videos.
“La obra de Viola se exhibe en todo el mundo, desde Europa y América latina hasta Japón, china e India. Es el videoartista más influyente y reconocido. Tiene una iconografía absolutamente universal: eso es lo que hace que su obra sea tan poderosa. Habla de cosas eternas”, dice Dantas. Y agrega que su obra trata deltiempo espasmódico: “La vida no es cronológica sino espasmódica. Todo lo que importa en nuestras vidas es espasmódico: el nacimiento, la muerte, el sexo, el encuentro, la partida. Incluso la respiración es espasmódica”.
Hay que detenerse frente a los videos de Viola: uno no sale indemne. El artista afirma que la luz que ilumina las cosas no proviene del sol sino de los propios ojos. Sólo la mirada personal, irrepetible, siempre frágil y fallida por ser humana, es capaz de iluminar. Y acaso experimentar esa hipnosis que producen sus obras.