Nota publicada online
Alvaro Montañés es pintor. Lo es y lo siente desde que cursaba la carrera de arquitectura en su Montevideo natal; desde entonces, dedica su vida a la pintura. Se formó con Guillermo Fernández en el taller de los discípulos de Torres García- Ribeiro y Fernández. Allí aprendió la técnica del dibujo, el manejo del color y las formas, las bases del constructivismo, pero, sobre todo, el respeto por el trabajo, el amor por el oficio y el entusiasmo que nace de la creación artística.
Conoció a Adolfo Nigro quien le organizó su primera muestra en Buenos Aires en la galería “Márgenes”, era el año 1992. Luego vivió dos años en Santiago de Chile; y mas tarde se trasladó a Buenos Aires -al barrio de Belgrano- porque “el Río de la Plata favorece lo artístico”. Formó su familia y fundó su escuela, para dedicarse exclusivamente a la pintura. Su técnica preferida es el collage y construye su obra a partir de texturas que él mismo prepara con tintas, témperas, pinturas metálicas y lacas. Después vendrá la forma, la selección y el ensamblaje.
En el 2020, sucedió lo inesperado: llegó el covid y tiró abajo todas nuestras estructuras; el mundo cambió y también nuestras percepciones. Así nació “Babel”, una serie que trabajó durante el confinamiento, “todo el día, todos los días”. Dejó la pintura y se volcó al material, en este caso al foarmboard: blanco y concreto. Un material que se deja cortar. Practicando recortes sobre este material -a su vez soporte-, y superponiendo capa sobra capa, “blanco sobre blanco”, también dejó el plano. Ciertos entrecruzamientos generaron movimientos activándose en la superficie de la obra como una experiencia óptico-cinética. Aparecen así efectos dinámicos con múltiples combinaciones y diferentes formas que “cobran vida” según la luz que se refleja en ellas.
Alvaro Montañés, en esta nueva etapa de su carrera, necesitó encontrar algo más allá de la pintura. Y lo encontró en su “Babel”, una obra que se conecta, y nos conecta, con la propia profundidad revelando la pureza, el silencio, la paz, lo místico y lo absoluto, como una respuesta a estos tiempos de incertidumbre que nos tocan como especie humana.