Nota publicada online
Hasta 20 de noviembre se presenta en el Palais una exquisita muestra de dibujos y pinturas del artista rosarino Ayax Barnes (1926 - 1993).
Reconocido ilustrador, sus inolvidables dibujos pueblan cientos de ediciones infantiles de toda una época dando vida a los textos de Beatriz Doumerc, su compañera de toda la vida.
Señoras gordas desnudas, con tigres y gatos realizados con trazo impecable y mirada ingenua, resultan conmovedoras enfrentándose a la mirada curiosa del visitante del Palais. Trasmiten ternura, calidez y cierta candidez, rodeadas por sus soledades y recuerdos. Tal vez, todo se remita a una historia de vida.
Hijo del escultor Eduardo Barnes, su infancia transcurrió rodeado -naturalmente- por los materiales, colores y formas del universo artístico de su padre. Entre cuyas obras se destacan los murales del Vía Crucis de la Catedral de la ciudad, dos de los bajorelieves del Monumento a la bandera y otro en la entrada de la Bolsa de comercio de Rosario. Dotado de una gran sensibilidad y ojo entrenado inició la carrera de arquitectura que poco después abandonaría para dedicarse por completo a su verdadera pasión: el dibujo.
Tempranamente, con su otra pasión y compañera de vida, la escritora Beatriz Doumerc, se mudaron a Uruguay donde Ayax comienza a trabajar en la innovadora Imprenta AS, ingresando a un mundo de una modernidad conceptual y visual hasta el momento desconocidas, de la mano de artistas como Hermenegildo Sabat y otros referentes de la época.
En la segunda mitad de los años sesenta trabajó entre Buenos Aires y Montevideo ilustrando numerosos libros de las colecciones “Cuentos del Polidoro” y “Libros del Chiribitil”, editadas por el reconocido Centro Editor de América Latina y que tuvieron gran difusión en toda la región.
Instalados en Buenos Aires, trabajando codo a codo con su mujer, fueron prolíficos autores de literatura infantil. Entre sus obras se destacan clásicos innovadores del género como "La línea" y "El pueblo que no quería ser gris", ambos con un fuerte sentido de la justicia y la libertad, que prohibidos por la última dictadura militar, hecho que los obligó a emigrar.
Un largo viaje de ida que los llevó a Brescia, en el norte de Italia, hasta llegar finalmente a Barcelona, su última morada. Cambiaron los nombres de las editoriales, pero nunca la esencia de su trabajo y así fue como construyeron acogedora vida rodeada de amigos y siempre inspirada en formar niños lectores.
Ayax Barnes también pintaba. Lo decidió un día en su casa de Barcelona.
—¿Qué vas a pintar, ahora? —preguntó Beatriz.
Mientras Ayax pensaba su respuesta, un rayo de sol, tibio como la miel, entró a través de la ventana. Y él dijo:
—¡Voy a pintar señoras gordas!
Como bien afirma, Gabo Barnes -el hijo que va al rescate de su obra-: “Ese largo viaje de ida, lleno de dibujos y de colores, de cuadros de señoras gordas desnudas, con tigres y gatos, es también hoy un viaje de regreso a su Argentina natal, a un Buenos Aires muy querido y nunca olvidado”.
Ellas, las señoras que pintó -algunas con tigres y gatos - y que están ahora aquí expuestas.
Una muestra para ser disfrutada.