Nota publicada online
Como arquitecta de profesión, Adriana Napoleone concibe espacios en dos o tres dimensiones.
Su metodología de trabajo se basa en la utilización de pocos recursos, básicamente, el plano de una hoja de papel, que con cada pliegue genera un plano nuevo y con cada arista otorga más volumen a la composición. Esas acciones generan la multiplicación de los planos y los espacios y forman parte de su concepción del arte.
Exhibe en el Centro Cultural Armenio hasta el 14 de septiembre
Con la “multiplicación de los planos” como guía, la artista plástica y arquitecta de formación Adriana Napoleone, define la columna vertebral de toda su obra. Y es a partir de ese eje, esa directriz que todo lo atraviesa en cada una de sus búsquedas, series y recorridos donde ella elige sostener una estética y una forma de crear, construir y pensar espacios que pivotean entre lo tridimensional y el plano.
La obra de Napoleone parte de la economía de recursos y apela a esa disciplina desde los inicios hasta la terminación de las piezas: partiendo de la planimetría del papel como soporte, utiliza ese lugar compositivo para “maquetar” aquello que va a pintar o plegar. Sus Arquitecturas en Papel, nombre que podría dar cuenta de toda su producción hasta la fecha, forman un conglomerado de pliegues, construcciones, interrelaciones de líneas que forman una trama sólida para dar sostén a una estructura frágil estructuralmente pero sólida conceptual y visualmente. Es a partir del diseño en el plano donde la artista proyecta el volumen, su obra va y viene entre esos dos escenarios propios de una mirada que lee las líneas en perspectiva, que las eleva y las rebate. Y es en esas acciones donde la multiplicación de planos aparece como ese eje rector de su obra porque permite que se construya ese espacio desde donde concibe la obra.
Como todo arquitecto que se precie de tal, Adriana Napoleone sabe bocetar, diseñar, dibujar estructuras complejas pensando en esa “fachada” que se ve pero nunca descuidando todo que está detrás que da sustento y fundamento, a esa cara visible. Una larga lista de artistas reconocidos en la Historia del Arte, supieron desarrollar los beneficios de ese ejercicio de pensar lo tridimensional poniendo las bases ante todo, aun cuando no se vieran en el resultado final. Entonces partían del dibujo de los huesos, pasando por músculos y órganos para llegar a la dermis porque todo el sentido y solidez del resultado, depende de los cimientos. Entonces el trabajo se transforma en una suerte de maqueta que puede quedar en el papel como obra per se donde la artista pone de manifiesto uno de sus costados, unos de sus perfiles, un punto de vista y pasa al lienzo. Pero muchas otras veces opera como una construcción que se hace cada vez más compleja cuando es intervenida con elementos ajenos a la pintura como pueden ser el cartón o la madera.
La obra de Adriana Napoleone le debe mucho a la arquitectura, la cual es para mí territorio de artistas y creativos por definición. En nada me asombra que un arquitecto, con el tiempo, se sienta seducido a incursionar en las artes plásticas porque todo proyecto parte del plano para luego emerger a la superficie como un volumen autónomo.
En sus trabajos, los perfiles delineados muchas veces juegan como un políptico desde donde se puede apreciar las distintas facetas de una misma estructura concebida por la artista; una suerte de rotación de las piezas que le permite presentar todas las caras desplegadas en una misma instancia. Y esto lo hace, tal como anticipamos, a partir del trabajo en el papel sea dibujándolo o plegándolo para luego elegir si lo pinta o lo “esculpe”. Me dice Adriana: “mi búsqueda estética fluctúa entre lo meramente formal y el relato o la narración que por momentos es propicio para dar sustento a lo morfológico, generando un imaginario propio”. Esto implica que ese vaivén y permanente retroalimentación entre el plano y el volumen también se da entre la formalidad del hacer práctico y técnico y la conceptualización de los contenidos de la obra. No puedo aventurar aun si alguno de estas dos fuerzas tomará la delantera en algún momento y se afianzará como dominante. Por ahora, su obra se desarrolla de una manera fluida combinando estructuras geométricas abstractas con colores que sostienen la armonía visual, entrando y saliendo del plano sin hacer valer una instancia por encima de otra. Y me agrega Adriana, que “así sucede la magia” y entiendo que es en ese intercambio creativos entre diferentes materialidades, presentaciones formales o un volumen que permita recorrerlo, donde lo que se piensa y lo que se trata de proyectar es cuasi un discurso moderno del arte donde la reflexión sobre la materialidad misma y su estructura, prevalece. Es ahí, en ese punto de inflexión pendular entre lo uno y lo otro, donde la magia sucede.
El sábado 10 de septiembre, a modo de cierre de la muestra a las 18 hs, habrá en el espacio, un conversatorio entre la artista y Rosario Arias Usandiovaras, brindis y música en vivo con Martín Keledjián.