Nota publicada online
Con motivo del bicentenario de nuestra república, se presentan en la ciudad de Nueva York dos interesantes muestras, curadas por Cecilia Medina, que hablan de nuestra identidad en la Gallería de Clemente, que es miembro de la Coalisíon de Museos & Art Centers de Syracuse University (CMAC).
Juan Cavallero: Woe; Globalized Sadness
Las imágenes que presenta el artista nos interrogan sobre la existencia humana y nos muestran crudamente el día y la noche en la calle.
Vagabundo, pordiosero, pobre, mendigo, desvalido, necesitado, mísero, callejero, merodeador. Otras veces, más poéticamente descripto como trotamundo, bohemio, errante, nómade, transhumante. Aunque políticamente más correcto: persona en situación de calle.
Interrogar, imaginar, interpretar cada imagen es una invitación a pensar en el misterio del otro. Ese otro que no advertimos, porque en nuestro apuro por llegar a cumplir con los compromisos no detenemos la mirada en el paisaje urbano que nos rodea.
Si algo se le atribuye a la fotografía contemporánea es su capacidad de volver real lo que ha sido fotografiado. Ese enigma, ese punto de vista, se transforma en una imagen perturbadora, que nos sensibiliza y emociona.
Para Juan Cavallero, “la mirada pone al descubierto las necesidades, los anhelos, las frustraciones y los aciertos, amorosos o no, del observado”. Hoy su mirada está puesta en estos seres invisibles para la mayoría de las personas, porque darles entidad nos obligaría a reconocerlos como iguales, y a encontrar en cada uno de nosotros necesidades, frustraciones y anhelos que viven en la calle.
Si en las imágenes encontramos elementos comunes, de postura, organización de objetos, modos de llevar sus pocas pertenencias, modos de ocupar el espacio, debemos concluir que hay algo que así lo justifica. Las fotografías fueron tomadas en distintos países y eso es lo que hace a esta situación un problema global.
La intención del artista en esta exhibición es llamar nuestra atención sobre una realidad que en palabras de Susan Sontang nos interpela “Esto es lo que los seres humanos somos capaces de hacer: no lo olviden”
Carambia, Escudero, Portela, Romano y Ruiz: Desembarco
Desembarco, intencionalmente diverso en disciplinas, estilos y formaciones académicas, presenta relatos personales tan únicos y diferentes como cada ser humano es en realidad.
Adriana Carambia trabaja con la fragilidad del soporte y desafía esa dificultad tan humana y tan material en su obra. Micaela Escudero, apela a la construcción de una realidad que conjugue la superación y reparación de la memoria individual. Coincidentemente, Cristina Portela trabaja con las memorias traumáticas que arrasan e invaden el presente. Daniel Romano rescata un fenómeno cultural que nos atraviesa como sociedad más allá de creencias religiosas y su instalación constituye un espacio de diálogo, oración, meditación y recuerdo. Beatriz Ruiz nos acerca a paisajes construidos sobre papel intervenido con fuego guiándose por los accidentes y texturas provocadas, evocando memorias y escenarios visibles e invisibles.
Encontramos coincidencias en las preocupaciones de los artistas argentinos, en las búsquedas personales que plasman en sus obras recurriendo a los soportes que en cada caso sienten más propios a su lenguaje. Eso los hace únicos. Eso los hace uno.
Desembarco es argentino y ese porvenir que Schiaffino construyó sin descanso hoy existe, y se contempla en cada una de las obras de los artistas que trabajan construyendo su identidad.