Nota publicada online
Antonella Agesta nació en Temperley, en junio de 1993. Es Licenciada en Artes Visuales de la UNA(Universidad Nacional de las Artes). En el 2019 realizó su primera muestra individual “Antosofías” en la galería Selvanegra. Fue beneficiaria de la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes con su proyecto “La casa de los que no tienen voz”. Y participó del 73° Salón Nacional de Rosario.
Desde Arte Online quisimos conocer sus pensamientos en esta nueva vivencia que nos toca transitar y recorrer sus últimos trabajos.
"Lo que extraño es a mis papas y hermanos, que no están necesariamente lejos, pero al tener que viajar a provincia con permisos de circulación y la latente sensación de que puedo contagiarlos, preferí preservar su salud.
Así también extraño la idea de poder irme de algún tipo de situación, que no hay lugar en la imaginación hacia dónde ir, entonces pienso que la cuarentena, mejor dicho, la pandemia me quitó estas posibilidades que tienen que ver con la idea de soñar con un mejor momento. Por otro lado, en un principio de la cuarentena, renegué mucho de la virtualidad. No hice cursos y no hice videollamadas con nadie. Me siento mucho más cómoda con la llamada telefónica en altavoz, porque es una voz omnipresente que me esta acompañando mientras cocino o doblo la ropa.
El video exige mucho de une misme.
Con el pasar de los días, tuve que volver a trabajar y re-adaptar mis clases de pintura, en formato virtual y volví al trabajo de asistente con distanciamiento social, lo cual me parece raro. Antes recibíamos mucho contacto físico, y ahora hay que estar atente en dar ternura en la mirada para trasmitir el amor de otras formas.
Extraño poder levantarme un día libre, salir de casa a caminar, ir a un lugar y no saber que va a pasar durante el resto del día, es decir la sorpresa que podía aportar cada día. Ahora el tiempo, se parece bastante, por más que tengo el taller a cinco cuadras. Me divido entre estar un tiempo en mi casa y otro tiempo en el taller, el día termina siendo distinto.
Otra cosa que me aporto la cuarentena, es tener conciencia del tiempo, que un día dura mucho, y como ya no existe esa posibilidad de planeamiento, ni siquiera planear cosas de acá a un mes. Hizo que este más presente conmigo misma y con les demás. Entonces cada día que me levanto, escucho lo que tengo ganas de hacer, si tengo ganas, voy a pintar y si simplemente no quiero, o estoy angustiada intento dejar acontecer ese sentimiento de la mejor manera. Pero no lo evito, lo confronto y elijo transitarlo." Antonela Agesta, agosto 2020
"La cuarentena me sacudió de un golpe muy seco, estaba trabajando de manera constante y de repente cambio todo rápido. Comencé la cuarentena con una serie de manos y amuletos, en sus inicios eran extraídas de épocas neoclasicistas y /o románticas, fuera de su contexto original y me interesaba que se enlacen, qué es algo que no podemos hacer. Luego las composiciones y las ideas se fueron volviendo más complejas, como la aparición de manos junto con otros elementos, fetichistas y simbólicos. Qué provenían de pinturas anteriores y se enraizaban. Volví a mirar ilustraciones del medio evo, releer libros de tarot que tenía en casa. Dónde en cada tirada la imagen muestra un presente, mejor dicho, un acontecimiento qué puede cambiar dependiendo de las circunstancias."