Nota publicada online
Fue invitada a desarrollar una singular instalación en el foyer de la Usina del Arte que podrá visitarse hasta fines de diciembre.
Andrea Moccio tiene una trayectoria marcada por hitos donde su relación con el oficio de grabadora ha dado cuenta de inquietudes que trascienden ampliamente el plano para desarrollar una obra blanda, que revela otra sustancia del papel original, transformando completamente el plan inicial de un material ancestral y noble. La convocatoria surgió rápidamente y Andrea necesitaba una persona que “me conociera y conociera muy bien el proceso de mi trabajo, que me diera su apoyo porque literalmente la obra se estaba pariendo y era necesario ir adaptando el texto breve a este propósito”. Así como lo cuenta en primera persona, nos mantuvimos muy cercanas desde el 99 en adelante, tanto en mi rol de curadora como ejerciendo la crítica en los medios, he dado cuenta de su trabajo y este desafío me apasionaba tanto como a ella.
El uso del papel de guirnaldas, se inicia en los Estudios Abiertos que dirigió con tanto éxito Ana María Battistozzi. Si bien antes había experimentado con guías de teléfono a las que guillotinaba e imprimía en los cantos para hacer obras que se desplegaban, la primera pregunta es ¿qué significa el espacio para tu obra, esto de salirse del plano, de romper con lo bidimensional?
"El proceso de pasar al volumen no fue lineal, pero en un momento comprendí que con la serigrafia podía generar estas guirnaldas, ahí se abrió una puerta. Usé libros de medicina antiguos que eran de mi padre a los que convertí en farolas chinas que estaban armadas con esos volúmenes sin que se distinguiera nada del plan original de un libro. Entendí que podía construir objetos, generar situaciones como de site especific, y eso sucedió en 2006 en un Estudio Abierto del deshabitado Correo Central, usando una oficina abandonada con mucha información de quienes la habían habitado. Me pasa muchas veces que tengo algo a lo que luego le encuentro un sistema, siempre basado en la seriación. Llega la ocasión en que lo utilizo, eso me pasó con las guirnaldas de gran tamaño, con las que conseguí darle una espiritualidad singular a ese espacio, ubicaba al espectador en un reto que le generaba sensaciones".
La primera vez hizo un sistema de serigrafía para distribuir el pegamento y las hizo a mano, con mucha pasión. Pero luego sucedió algo que cambió el rumbo. Andrea lo cuenta:
"Muchas veces la vida me da respuestas a veces más tarde de lo que las necesitaba, como que finalmente llegan. Bailo tango y conozco allí a una chica que me cuenta que no trabaja de psicóloga, sino que su familia tiene una empresa para fabricar guirnaldas. Ellos son uruguayos radicados en BA desde hace más de 30 años y sus tías, padres y hermanos ayudaban en el proceso. Ellos siguieron el mismo plan que al principio seguí intuitivamente hasta que su padre inventó una máquina para imprimir el papel con las guirnaldas, utilizando bobinas de papel y pegamento, como si fueran botellitas de pegamento que van dejando un trazado. Cuando cerró, ella me trajo todo el material a mi taller, eran todas blancas y no tenía idea de qué iba a hacer, pero le dije ‘esto para mí es un tesoro’, estos papeles, estos troqueles hablan. Y primero salió la gran instalación del CCK que ocupaba una sala enorme y ahora esto que es otra idea, que no usa el suelo."
Le pregunto sobre el desafío que le planteó esta instalación y me cuenta:
"En Argentina estamos acostumbrados a lidiar con un montón de cosas, de lo que es posible hago mi juego y es lo que me da alegría, poder generar cosas con lo que se puede. Para hacer este trabajo que tiene grandes dimensiones y era un desafío muy grande ya que nunca había hecho una obra que estuviera colgada, no tenía herramientas ni conocimiento. Es imposible no confiar en un equipo cuando el trabajo tiene esta envergadura, pero los asistentes que participaron muchos son artistas y tienen conocimiento y cercanía, y los que no lo son tienen algo de background. Se fue generando una especie de descontrol que se acopló sin problemas, pasó por muchas manos pero era necesario. Creo que la mayor dificultad fue superar el miedo hasta haber pasado las dos capas primeras, los dos primeros metros de superficie, fue el miedo a ¿qué locura estoy haciendo? Después pude superar el temor a que se rasgue el papel que es muy frágil, pero el montajista Juan del Valle supo entender cómo funciona y también sintonizó con lo que yo quería. Por eso cuando vimos las dos primeras capas puestas nos serenamos y empezamos a disfrutar, nos entregamos al trabajo apasionadamente."
La cantidad de papel usado asombra, el papel fue ignifugado por los Bomberos de La Boca antes de emprender el trabajo ya que es una obra instalada en un espacio donde pasa mucha gente. Finalmente resta decir el porqué del título y creo quedó bien expresado en mi texto donde pensamos cómo comunicar a tantos públicos una idea simple:
“El título alude al proceso por el cual algunas especies se despojan de una piel o cutícula externa, renovando sus ciclos vitales. Andrea Moccio trabaja el papel, un material básico de su formación de grabadora, pero lo aleja del plano para producir retículas que se expanden y multiplican como volúmenes blandos de apariencia orgánica. La fragilidad de este material del que están hechas las guirnaldas, se refuerza en una colaboración virtuosa por medio de agrupamientos que mantienen la trama o se contraen logrando una apariencia única que modifica el esquema original.
Casi un muro, formidable manto blando y monocromo que pende desde un lugar fijo, la obra de Andrea guarda relación con esa piel que señala un resto del mundo animal. Contiene la misma analogía que presenta el devenir de la vida como un tránsito que no se interrumpe ni se abandona y se transforma a pesar de su degradación.
Una metáfora del tiempo que descansa en un material noble con una plasticidad única.”