Nota publicada online
Con curaduría de Cecilia Medina y prólogo de Rodrigo Alonso, la muestra no busca documentar o informar sobre las vicisitudes de los emigrados africanos, sino provocar una respuesta emocional hacia las condiciones en las que se encuentra una buena parte de los seres humanos que conviven con nosotros en el planeta.
Nada mas desgarrador que la sensación de tener que dejarlo todo, de abandonar aquello que consideramos nuestro hogar porque no ofrece posibilidades para una vida digna y, al mismo tiempo, nada mas esperanzador que un horizonte que permite soñar con esa vida mejor. Sin duda, entre estas dos potentes fuerzas la que gana es la esperanza y de esto trata la obra de Alicia Díaz Rinaldi.
Grabadora, pintora y multidisciplinaria, desde 2005, esta artista distinguida con el Premio Trabucco en 2010, se ocupa de este relato épico contemporáneo: el de miles de emigrados africanos que día a día desafían al mar, aún a riesgo de perder la vida en el intento.
Nuestra voraz contemporaneidad, sobre informada y sobre estimulada, pone distancia y anestesia los sentimientos; como contrapartida Díaz Rinaldi hace foco en esta dolorosa realidad y lo lleva al primer plano con el fin de despertar la conciencia y obligarnos a reflexionar. Para ello recurre a imágenes tomadas de los medios de comunicación a las que las combina, contrapone y funde imprimiéndoles su impronta personal. Mapas, océanos y barcos de papel son los actores principales en esta obra que señala los enormes territorios comprometidos y los rumbos inciertos que muchas veces tienen que tomar sus habitantes poniendo de manifiesto su fragilidad. Pero también allí están las hormigas -tenaces trabajadoras y migrantes, acostumbradas a sortear obstáculos-, que aportan la cuota de fe.
Ubicado en La Boca, frente al Riachuelo, lugar al que llegaron miles de inmigrantes con su carga de esperanza, el Museo Quinquela Martín resulta el ámbito indicado para esta conmovedora muestra que puede visitarse hasta el 9 de abril. El sonido del mar y una secuencia de imágenes meten de lleno al espectador en la introspección y, una atractiva instalación con imágenes y espejos provocan el efecto deseado por la artista: la identificación con el otro. Al verse incluido en el reflejo junto a aquellos que sufren, el espectador no puede menos que experimentar una empatía por lo que ve, que lo aproxima imaginaria y emocionalmente a ellas. Después de todo, como sostiene Rodrigo Alonso en el prólogo de la muestra, “Migraciones. Un viaje a la esperanza, no busca documentar o informar sobre las vicisitudes de los emigrados africanos, sino provocar una respuesta emocional hacia las condiciones en las que se encuentra una buena parte de los seres humanos que conviven con nosotros en el planeta.”
Con este vocabulario exiguo, Alicia Díaz Rinaldi ajusta las rimas de su discurso poético invitando al visitante a tomarse el tiempo para meditar.