Nota publicada online
La exhibición reúne 80 obras entre dibujos y pinturas y está organizada en núcleos temáticos que ponen el acento sobre la preocupaciones que atravesaron su vasta producción.
Primacía del color, pincelada sensible y abstracción americana; tres características que definen la obra de Alejandro Puente (1933-2013), un artista movido por la necesidad de encontrar las raíces de un arte regional en la cultura prehispánica.
Como sostiene Mariana Marchesi, curadora de la muestra, ¨desde la abstracción absoluta que domina su obra, Puente construyó su poética en el cruce de esa modernidad que se reformulaba con la recuperación de la tradición de la América ancestral¨.
Platense, curioso y autodidacta, su trayectoria fue claramente marcada por Héctor Cartier cuando asistió a sus cursos -como alumno libre- en la cátedra de Teoría de la Visión de la Universidad de La Plata.
Desde el uso del espacio, la forma y el color, Puente pensó temas como la representación, el lenguaje abstracto, el medio pictórico y sus aspectos sensibles, como así, las tensiones entre una idea de arte universal o regional.
El primer núcleo se centra en la idea del sistema y la repetición que utiliza en los 60 para el estudio del color.
La idea de sistema estaba presente en las obras geométricas realizadas por Puente hasta el momento. El estudio de los problemas de la visualidad que había iniciado unos años antes alcanzaba aquí un alto grado de elaboración en la disposición de “módulos geométricos simples, repetidos, que al ser combinados de diversas maneras producían relaciones complejas”, a lo que se sumaba la disposición del color alterando la percepción de la forma.
En dos muestras de las que participó -la de El Taller y Visión elemental, en el Museo Nacional de Bellas Artes-, Puente planteó por primera vez una serie de piezas con estructuras modulares en forma de L.
Instalado en Nueva York, después de haber obtenido la Beca Guggenheim en 1967, se conecta con artistas y teóricos cuyas discusiones giraban en torno a las propuestas del Neoplastisismo, como el uso de los colores primarios y su reducción al blanco. Así se despierta en Puente la idea de sistema aplicado al color que se corporiza en la instalación Todo Vale de la muestra Information, organizada por el MoMa en 1970.
En Nueva York, más precisamente, en una muestra de textiles andinos, un descubrimiento marcaría de forma definitiva el resto de su carrera: en la lógica del sistema de los quipu (sofisticado sistema de comunicación contable incaico) y en las formas que resultaban de las técnicas de los telares andinos, Alejandro descubrió que se desplegaba un complejo sistema del color.
A partir de ese momento su desafío fue el de materializar el vínculo estético entre el lenguaje plástico de la modernidad y el “sistema social” del color de las culturas amerindias.
Fugaz, de 1961, es una de las pocas obras informalistas recuperadas de Puente y, la más antigua de la muestra, abre el segundo núcleo, ¨Dimensión Táctil¨. Aquí el foco está puesto en el protagonismo de la materia y en sus texturas. ¨Se trata de una composición simple, de trazos espontáneos, con dos tonos aplicados en simultáneo sobre fondos de colores neutros, de modo que la carga de la materia y el contraste generan una vibración sobre la tela.¨ Señala Marchesi en el texto del catálogo.
Hacia 1976 su obra revela un cambio en la técnica y la aplicación del color. El trazo deja de ser firme y la pincelada se libera de la cuadrícula. Los colores puros dan lugar a otros vinculados a los colores de los textiles precolombinos como ponchos y mantas.
El tercer núcleo reúne algunas de las obras que el mismo Puente eligió para su participación en la Bienal de San Pablo de 1985 que dan cuenta de una estética fundada en la tradición regional.
La construcción del espacio fue otra de sus preocupaciones que quedan reflejadas en el cuarto núcleo, donde indaga sobre diversos sistemas de representación como la perspectiva.
El quinto y último núcleo reúne obras que reflejan su interés por los sistemas de codificación y trasmisión de sentido tanto del lenguaje estético como el de la música, los signos y los ideogramas.
Como epílogo de esta muestra imperdible, una cronología visual realizada a través de dibujos, resume las reflexiones de este artista que gestó un arte americano fundado en el encuentro de los principios constructivos de las vanguardias europeas y los de la estética precolombina.