Nota publicada online
Para realizar esta extensa obra, el artista y su equipo, se sumergieron en el Museo durante muchos meses, manteniendo conversaciones con los curadores, conservadores, gerentes y técnicos de todos los departamentos que contribuyeron a la realización de esta instalación.
¿Qué nos pasa cuándo nos enfrentamos a una instalación escultórica, por momentos abrumadora, con el peso de 5.000 años de historia cultural? ¿Es posible condensar un cuestionamiento al rol de un museo como verdad histórica?
Cualquier admirador del final apocalíptico de El Planeta de los Simios entenderá rápidamente de qué se trata esta muestra en la terraza del Met de New York que continua hasta el 29 de Octubre. ¿Si algún ser en el futuro visitara después de muchísimos años las ruinas de nuestra civilización, a qué conclusiones llegaría? ¿Estarían aproximadas a lo que él nos muestra?
Adrián Villar Rojas trabajó durante meses en el museo, habló con sus investigadores, curadores e historiadores para entender, entre otras cosas, cómo se gestan sus colecciones y cómo las dividen geográfica e históricamente. A partir de ahí seleccionó esculturas e imágenes del acervo Patrimonial del Metropolitan, para luego concretar la imagen en 3D, sus patrones y la selección, arbitraria o no, que le interesaba como escenas de reflexión. Esa asociación Barroca, por momentos intimidatoria, con una fuerte impronta funeraria y festiva donde hay una gran desacralización de las imágenes de la historia del arte. Con una sumatoria que solo un pensamiento de un Artista Latinoamericano podría concretar, nos recuerda la similitud y las diferencias de los tiempos del arte.
Esta última fiesta de la tierra congelada en el tiempo, nos resignifica los objetos elegidos sin temor al Kitsch. Desacralizando imágenes con textos históricos, situaciones espaciales rompe la idea de museo academicista y reinterpreta el arte y la cultura humana.
Y este nos parece un gran acierto de la muestra. El Met, como muchos otros Museos Enciclopédicos y Académicos, durante el siglo XIX armó sus colecciones a partir de reproducciones de obras maestras. Algo que aún hoy se practica, como en el denostado Museo Soumaya de Carlos Slim en Ciudad de México, con copias de Rodin y Miguel Ángel.
Dispuesto como un banquete 16 grupos de esculturas, entre teatrales y escenográficas con mesas que nos remiten a las mesas de ajedrez de Yoko Ono pero con la sumatoria ideativa que solamente podría tener un Latino. La bicromía (Blancas las mesas y sus representaciones, Negras cuando se corporizan como esculturas independientes) es parte de la simbología Global hoy.
Sin temor al Kitsch, la puesta en escena de Villar Rojas rompe el rol del museo como verdad histórica y reinterpreta el arte y nuestra cultura.
Visceral, barroco y representativo, Villar nos señala en esa terraza donde el Central Park y New York también son protagonistas en esa celebración congelada. ¿No es ese el gran teatro de la vida donde nos recuerda nuestra propia finitud?