Nota publicada online
A modo de celebración del 200º aniversario de nuestra independencia los 16 artistas convocados indagan nuestras raíces, reavivando esa memoria que perdura a lo largo del tiempo y la sentimos propia: la Patria.
Celebrar el Bicentenario de nuestra Independencia fue la consigna dada por Felicitas Luna a María Silvia Corcuera y Delfina Helguera curadoras de la muestra que reúne trabajos de 16 artistas quienes, desde distintas miradas generacionales y con diferentes técnicas, se refieren a un único concepto: Patria.
¿Qué significado tiene la patria para cada uno de nosotros?. Para algunos es el suelo donde crecimos, son nuestras ciudades y costumbres, para otros la encarnan los hombres y mujeres que son parte de la historia.
A modo de viaje a través del tiempo la muestra se inicia en una vitrina donde la mesa está dispuesta para celebrar. Se trata de un sitio completo del juego de mesa que utilizó, hace cien años, el presidente Victorino de la Plaza para ir en tren a Tucumán a celebrar el centenario. En este tren imaginario cargado de multiplurales miradas, atravesamos la patria y hacemos memoria. Allí están los “peina ideas” de María Silvia Corcuera, las ciudades de Blas Castagna y Estanislao Florido, los ranchos de Benedit, un gran cardón de Jacques Bedel, como símbolo de resistencia y la flor del ceibo de Elena Blasco, nuestra flor nacional que habla de la valentía una joven originaria. La poética fotografía de Zulema Maza con escritos en guaraní oponiéndose a la rudeza de la imagen de Roca y su sangrienta campaña al desierto, de Res.
Los delicados textiles de Gracia Cutuli que remiten a las mantas que pintaban nuestras mujeres patagónicas junto a la obra –mordaz y contemporánea- de Chiachio & Giannone. La brutalidad de un tanque de guerra con la imagen de la Virgen de Luján en su frente, fotografíada por Santiago Porter y, como contrapartida, la sutileza de una llamita a punto de caer de una línea -de la que tira un pequeño hombrecito-, dibujada en una hoja de cuaderno por Liliana Porter. In evitablemente, la Evita de Benito Laren brilla en purpurina al mejor estilo Madonna mientras que, desde una foto en blanco y negro, el Gardel eterno de Marcos López intenta cantar, frizado en una vieja heladera. Y mientras la bandera de Alejandra Mettler se sigue tejiendo a través de los tiempos, el Plato nacional de Nora Correas nos recuerda la cantidad de empanadas con sapos que nos comimos a lo largo de nuestra historia.
Patria es todo aquello que nos identifica, es por esto que también los íconos populares tienen su jugar: el imán de Ceferino, la Virgencita alcancía, la Difunta Correa y el gauchito Gil y, como no podía ser de otra manera, el lobo marino de Mar del Plata dentro de una botella.