En la producción de Delia Solari, hay siempre una "armonía sinfónica" que desdramatiza los opuestos en inteligentes decisiones. A través de un magistral y dinámico juego de líneas rítmicas, en sus composiciones se despliega una infinidad de sutiles matices cromáticos que dan vida al principal elemento visual que pone en cuestión: la luz. En "Reflexión lineal", esta luz se representa cual rayos que irrumpen, con gran vitalidad y energía, una sólida oscuridad, hasta encontrar en ella un punto, un límite que la absorbe, pero que también la devuelve a su medio en una reflexión especular. Los planos de colores se acarician, se unen y se penetran; se sustraen, se yuxtaponen y se intersectan, y los módulos se repiten en variados recursos visuales -espacio,
posición, tamaño y dirección- que brindan unidad a la diversidad de sus formas. De este modo, sin siquiera acercarse a la fuente de luz que evocan, las geometrías de Delia Solari trascienden todo sentido abstracto y representativo, en un movimiento puramente espiritual que guarda para sí un misterio que estimula las más gráciles vibraciones del alma. Como explica Kandinsky en "De lo espiritual en el arte", "la última instancia siempre es la sensibilidad".
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*Crítica de Arte
Diciembre 2009