En el amplio y polifacético panorama del arte brasileño actual, tan rico en su variedad de propuestas, la figura de Daniel Senise ha crecido adquiriendo perfiles propios que lo distinguen y valorizan. Este artista, aún joven pero ya maduro, que vive y trabaja en Nueva York, ha alcanzado una considerable atención internacional.
Su obra plástica reivindica a la pintura, a sus capacidades expresivas y a un lenguaje que dista mucho de haberse agotado, como pretenden algunos que no logran extraer de ella todas sus posibilidades. Las propuestas pictóricas de Senise, particularmente las de la última década, ofrecen una afirmación identitaria que tiene que ver con los arcanos de la memoria, conservados y preservados en la materia.
Este artista no sólo trabaja con distintos materiales y soportes sino que lo hace valiéndose de ellos como si tratara de extraerles un contenido depositado a través del tiempo por la Naturaleza y por los hombres, que siempre vieron en ella un modelo ejemplar.
En esa simbiosis entre hombre y naturaleza hallamos el cauce creador que el artista desarrolla desde la memoria y la materia. Decía el filósofo francés Henri Bergson que la materia se hace y se deshace siguiendo sus propias leyes. Se establece entonces, a juicio de este gran pensador, un vínculo solidario entre la psicología de la memoria y la metafísica de la materia. De tal modo, el sujeto y el objeto coinciden. El espíritu es memoria en la percepción afirmándose como una prolongación del pasado en el presente.
La materia está en el espacio mientras que el espíritu está fuera de él. Gracias a nuestra inteligencia vinculamos lo mismo con lo mismo. El pasado crece incesantemente, volviéndose presente y alimentando a las percepciones. El recuerdo deviene imagen -señalaba el mismo Bergson- por la actividad de esa "ley de semejanza". Así, la evocación de la memoria nos lleva a la acción, transformándose en un hecho creativo.
La obra plástica de Daniel Senise va adquiriendo identidad en los años 80 y se inserta, desde entonces, en una corriente estética postmoderna que revaloriza la mirada puesta en el pasado y da crédito estético a lo primigenio de la naturaleza frente a una sociedad saturada de tecnología.
Es por eso que Felipe Chaimovich ha señalado que Senise "articula sitios arqueológicos" como una exploración de estratos históricos. Esa indagación es intuitiva y responde, a mi modo de ver, más a una concepción de vida que a un propósito abiertamente deliberado. No hay duda de que en esa mirada ha influido la transvanguardia italiana y un sentimiento semejante compartido por muchos artistas de su generación.
Senise trabaja, principalmente, en grandes tamaños. Sobre tela, sobre madera, pintando en el piso, haciendo como estampaciones que, en algunos casos, lo reproducen.
Utiliza una apreciable variedad de medios pictóricos (óleo, acrílico, lacas, óxidos de hierro, poliuretano, esmaltes sintéticos). En muchos casos la tela queda adherida a una superficie de madera que contribuye a afirmar ese sentido estructural que domina a sus imágenes.
Por todo ello, no hallamos en este artista una actitud deconstructiva (en última instancia portadora de nihilismo). No recoge en sus obras el desencanto postmoderno sino un sentido integrador del pasado en el presente, de la memoria y la materia, del mundo interior y del exterior, de la presencia y la ausencia.
Las imágenes aparecen como extraídas de esas polaridades. Son la resultante de su encuentro integrador. La mirada del artista es positiva y se orienta hacia adelante, superando la falta de proyectualidad característica de los planteos postmodernos.
No hay por eso nostalgias en la obra de este artista, sino ausencias alegadas. Podríamos decir que el arte plástico trata, muchas veces, de lo ausente. De tal manera, lo que está en la obra es una alusión a lo que no hallamos ostensiblemente en ella. En ese sentido, la participación más plena del contemplador estaría en la comprensión de los símbolos contenidos en las obras. Sabemos que el símbolo es, ante todo, imagen, que expresa en ella contenidos que sintetizan una representación de conceptos, creencias y percepciones intuitivas. Se erige así en un vocero visual de algo que, generalmente, no podríamos conocer de otra manera. Las imágenes de Daniel Senise son pregnantes porque encierran contenidos simbólicos que aluden a la ausencia. Lo hacen, por lo demás, desde la materia, "haciéndola hablar" desde su silencio.
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