La larga y prolífica trayectoria de la artista cubana Zilia Sánchez la ha llevado en un recorrido por diversos movimientos internacionales dentro de la pintura, que abarca desde una rigurosa formación académica inicial en la Academia de San Alejandro, en La Habana, una experiencia en el área de la conservación en España entre 1966 y 1968, y una fase de expresionismo abstracto en Nueva York en la década del 60, para llegar finalmente a un individualismo que dio por resultado el salto de las pinturas bidimensionales sobre tela a los relieves y los objetos en tres dimensiones. Nacida en Cuba en 1934, fue en el momento de su partida hacia Nueva York en 1960 cuando la artista cobró conciencia de su sensibilidad latinoamericana y experimentó con el expresionismo de la década, explorando la sensualidad erótica de la figura humana a través de imágenes personales e inconfundibles sobre telas con forma, paneles de madera, tablas y plástico. En 1970 dejó Nueva York para establecerse en Puerto Rico, donde se ha convertido en una de las artistas más respetadas de la isla. Aunque es más conocida por sus telas modeladas sobre madera, también es escultora y trabaja con técnicas mixtas. En 1971 completó un mural para Laguna Gardens en San Juan, Puerto Rico, que muestra los reconocibles perfiles de sus formas sobre paneles de concreto.
La estética minimalista que informa la obra de Zilia Sánchez se basa en el erotismo caribeño asociado a las formas femeninas. Reducido por medio de la abstracción a sus elementos más esenciales ?pechos, pezones, contornos redondeados? el cuerpo femenino se transforma en la expresión simbólica de la fértil generosidad de la naturaleza, tal como se lo reverencia y celebra muy particularmente en los trópicos. A menudo, la artista titula sus obras "Topologías Eróticas", o les da el nombre de alguna antigua diosa. La calidez de la sensualidad identificada con lo erótico contrasta con la fría pureza de sus descripciones minimalistas en las formas cuidadosamente trabajadas en relieve, con salientes que interrumpen la integridad de la superficie plana. Esta aproximación decididamente reduccionista, que tiende a revelar la esencia de la forma femenina, enfatiza no sólo su existencia sino también su evolución de objeto real a objeto esculpido. Liberadas de todo detalle ajeno, el propósito de las imágenes con forma, con sus protuberancias concretas y sus perfiles modelados, no es el de representar a ninguna persona en particular, sino más bien el de funcionar como metáforas de la humanidad toda, especialmente con referencia a rituales universales que descienden del culto a la diosa. Activa participante en organizaciones femeninas en Puerto Rico, Zilia Sánchez hace ya tiempo que es consciente del poder del arquetipo femenino en la historia del arte y la cultura. Sus formas orgánicas están imbuidas de un profundo sentimiento con respecto al alma de la imagen, a pesar de la apariencia fría de estas últimas. Así, trasciende la descripción puramente abstracta que denotan sus obras para infundir en ellas la intemporal sensualidad de la forma femenina.
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