La exposición Imagen y Palabra que tiene lugar en la Biblioteca del Congreso de la Nación presenta una instalación muy interesante de esta artista que transita sus indagaciones en torno al papel.
Una cama hecha con 300 libros y un cobertor es una de las obras más atractivas que ofrece la muestra grupal Imagen y Palabra inaugurada el miércoles 9 de octubre en el espacio de exhibiciones de la Biblioteca del Congreso de la Nación, un lugar que crece y se afianza por la variedad de sus propuestas y la seriedad con la que trabaja.
El disparador tiene su origen en un componente autobiográfico. Dice la propia artista en la memoria descriptiva de su trabajo: “En el 2008 me separé. Elegí sólo llevarme mis libros, una colcha-futón y mi ropa. Esos fueron los objetos que me acompañaron y amueblaron durante un año el departamento al que me mudé. Fue un año de introspección. Leí más de lo habitual. Amanecía acostada en la pila de libros y me quedaba dormida allí mismo con algún libro entre las manos, sobre todo, con mi querido Free Play de Stephen Nachmanovitch, recomendación de mi amigo Daniel Vidal, un texto acerca de la profunda energía de la creación. Caló tan intensamente en mi mente y en mi corazón que se convirtió en mi libro de cabecera a partir de ese momento. A través de esta instalación deseo recrear aquellos momentos de vigilia y sueño de cada una de esas noches”.
La cama en cuestión conforma Free Play, tal el título que eligió su creadora, Viviana Rodríguez, una artista que empieza afirmarse por dos aspectos fundamentales que sabe desarrollar muy bien: la reflexión conceptual y la factura técnica dentro de la tradición del papel y el arte textil.
La obra se compone de la cama y un respaldo, donde la artista reordenó, en un paciente trabajo de calado, trama y urdimbre las frases de las páginas del libro. Aquí sus aprendizajes en el campo textil asistiendo al taller de Berta Teglio son claves, así como su formación con el maestro Ara Monti en relación al trabajo con papel.
El resultado, una versión deconstruida y propia que proyecta una imagen del lector como un nuevo ser, metido, entretejido, olvidado de sí, que ha hecho propia la escritura ajena, casi como un homenaje a la literatura. Si Kundera decía por allí que escribir era ponerle el pecho a la bala, esa bala solitaria que dispara el acto diferido de escribir/leer no podrá ser otra cosa que una bala que yerra, y por lo tanto, una bala que siempre nos pertenece.
La obra de Viviana confronta con este juego. Y aquí radica otro de los rasgos de su acierto, que tiene que ver con la resolución plástico-conceptual, en lo que, para continuar hablando de aprendizajes y transformaciones, podría ser la línea de su experiencia en el taller de Marta Ares, donde la artista aprende a transformar la excelente hechura técnica y el preciso dato autobiográfico en una posibilidad poética de ser frente y para los otros.
Un detalle no menor de Viviana Rodríguez es el foco que le pone a la labor artística y a su formación teórica, lo que le da un perfil muy interesante. Investiga, estudia y trabaja de manera constante y sostenida, y este ha sido un año de logros. Obtuvo el 2do premio en el IX Salón de Arte Textil de Pequeño y Mediano Formato, del Museo de Arte Popular José Hernández, y está participando de la exposición del grupo Almas en Papel en la Casa de la Cultura de Pilar con una obra que activa esta hipótesis de lectura que acabamos de ensayar como un hacer sostenido desde el eje biográfico-técnico-conceptual. Viviana es una rara avis que se celebra y de la que recomendamos seguir su andar y compartir sus propuestas.