2019. Habitantes de otro reino.
Quadro Galería de arte, La Boca, Buenos Aires.
Toda vez que los buscadores del oro han comenzado a destruir las selvas meditarráneas en nombre de la civilización, y que sólo en un libro de este género podría sobrevivir un tenue soplo del misterio que ellas guardaron…
Ricardo Rojas
El país de la selva (Advertencia preliminar), 1905
Habitantes de otro reino
Por Mercedes Casanegra, Octubre 2019
Beatriz Moreiro, oriunda de Florida, Buenos Aires, se convirtió por elección y de manera progresiva en moradora de la tierra en una quinta al costado de la ruta que une las ciudades de Resistencia y Corrientes, en la provincia del Chaco, en contacto con el monte, su flora y su fauna locales.
Esta vez, invitada por la galería Quadro de la Boca, Buenos Aires, donde las propuestassite specificson bienvenidas, eligió otra especie de su admiración, los hongos, cuya filiación al reino vegetal ha sido discutida por los expertos. Se trata de otros pobladores del monte - central razón para la artista- misteriosa e infinita especie que irrumpe al ras de la Tierra. Así, a los hongos se los ha denominado, en algunas ocasiones, como ‘habitantes de otro reino’.
Beatriz, además de ser una eximia artista en grabado, dibujo, e instalación, es una admiradora y amante de la naturaleza. Para ella las disciplinas artísticas que practica se convierten, además, en modos meditativos de entrar en un diálogo particular con variedades naturales de su predilección. Así fue con la flor de cactus, con la flor de enredadera del monte, con los nidos, invención animal a partir de pequeñas ramas, palitos, plantas fragmentadas, desprendimientos de corteza de árboles, que suelen presentar formas diversas, entre otros. Sin embargo, Moreiro también se ha apropiado de manera directa de fracciones de la naturaleza con el sistema del fardo, que si bien en el campo se lo utiliza como modo de acumulación o reserva, para ella se transformó en acción artística y simbólica de preservación de las especies, y también de homenaje a aquellos milenarios pobladores del planeta que vivían de la recolección y de la caza.
En el singular espacio blanco de la galería, la esquina en ochava de las calles Caffarena y Ministro Brin, La Boca, edificio centenario, la artista proyectó una instalación mixta de elementos naturales y de dibujos. Los protagonistas en esta exposición de la artista chaqueña por adopción, aparecen de dos maneras: el dibujo sobre papel, el grabado sobre metal y la instalación.
Así, en el gran escenario urbano y en el interior de la galería, la artista proyectó una puesta en escena con elementos de su entorno natural. Creó, en versiónsite specific,un gran fardo de troncos de eucaliptos, árbol que reemplaza a las especies autóctonas en extinción como los diversos tipos de quebracho. Estos fueron especialmente trasladados en barco desde Paso de los libres, Corrientes. Rodeado por alambre, ese gran objeto instalado en el centro de la galería, evoca de manera simbólica al escenario donde los hongos surgen de manera natural en el monte chaqueño, como también al citado acto simbólico de enfardar. El fardo preserva en este caso los troncos, los cuales siguen siendo potenciales generadores de hongos. Así, los hongos de acero, con sus líneas dibujadas y grabadas de manera sutil por la artista, fueron dispuestos tal como lo suele dictar su propia biología en el entorno natural, tanto sobre la madera como, en su exceso, trepando sobre la pared.
En una etapa anterior, hacia el año 2001, presentó hongos verdaderos sobre pequeñas chapas ovaladas de acero inoxidable. A menudo los hongos crecen en árboles que van muriendo, en aquellos que resultan del desmonte, y también en árboles en pie que están en vías de extinción. Así como todas las especies vivas necesitan del oxígeno para vivir, los hongos pueden prescindir de él. De esta manera, los hongos de modo potencial podrían ser la última especie viva sobre el planeta.
Así también, como cierta elegida flora autóctona, los hongos devinieron en tema de los dibujos de Beatriz Moreiro, esta vez tanto en gran tamaño, como en pequeño formato. Y, a través de su trabajo experto con el grafito, los hongos cobran en ellos un rol protagónico único que abarca casi la totalidad del soporte. Esto los vuelve magnificentes, los agiganta. Se podría sugerir que ese cambio de escala sugiere de manera simbólica la valoración destacada de las ofrendas que el planeta Tierra le otorga al género humano.
Por otra parte, se vuelve necesario poner de relieve otro aspecto de estos dibujos, y que les confiere identidad. Aparece algo así como un rasgo interpretativo, ya que en la observación atenta de estos diseños, los hongos parecen por momentos metamorfosearse en flores, producto tal vez, de una imaginación fantástica.
La modalidad de trabajo de la artista se ha centrado desde años atrás en una minuciosa y profunda investigación de manifestaciones específicas de la naturaleza entre las que se encuentra la flor de cactus, flor de enredadera del monte, formas diversas de nidos, caraguatás, entre otros. Los hongos constituyen una especie que siempre ha estado próxima a cierto ámbito del misterio, y la artista les ha dedicado el final de este extendido trabajo sobre las diversas especies que rodean su propio entorno natural. Beatriz Moreiro es una permanente guardiana de la naturaleza, la cual habita inmersa.
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