Los personajes de la pintura de Cecilia Lueza están y no están con nosotros. Lo primero sucede cuando nos detenemos frente a cualquiera de sus telas, donde esos personajes, a medias espectrales, nos murmuran sueños que tal vez han sido , amores desgarrados, aventuras inconclusas y a medio coronar. Lo segundo, porque también parecen estar preparando su subrepticia huida , eso sí­, sin dejar otras huellas que las de la misma tela en las que las hemos descubierto pero ahora revestidas de la carnadura de lo imposible, de lo inalcanzable, de lo que, cuando está por dársenos escapa sin posibilidad de retorno. Arroyo de una sangre antigua corren por sus venas y sus rasgos fantasmales, tienen el sabor de una profecí­a. La artista muy ubicada en los equilibrios, en su caso armoniosos y también colmados de misterio. Une diseño y color en visiones que se nos antojan fugitivas, pero que al final de cuentas son las mismas que concluyen por refugiarse en nuestros corazones.