En un momento en que la renovación de las técnicas y los inventos de presentación concentran el interés del mercado, un momento en que se da preferencia a la forma sobre el contenido, la aparición de un artista-pintor parece desafiar la producción actual que favorece "nuevas" fórmulas, nuevos proyectos, nuevas tecnologías que serán sustituidas por fórmulas todavía más nuevas, proyectos más actuales y tecnologías más avanzadas. André Gomes no tiene preocupaciones de esa índole. A partir del retrato de soledad que atraviesa la obra de Hopper (una de sus influencias, junto con Balthus) su proyecto trata del individuo de hoy, sin rostro, sin identidad, sin comunicación. Solo, siempre anónimo en habitaciones y con muebles standard, o en grupos en el ascensor, en el restaurante, mirando en direcciones diferentes para no ser cómplice de nada y de nadie, para no trascender.
Obra sin fechas, sin fases, que podría haber sido pintada en los años 50, 80 o dentro de veinte años. Este artista es representado por la Galería Thomas Cohn, San Pablo.
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