Encontrarnos con la obra de Jorge Frasca, nos da la sensación permanente de habitar lugares conocidos, lugares comunes, espacios que alguna vez y en algún tiempo vimos, recorrimos o que nos supieron contar nuestros abuelos.
Pocas veces una pintura nos brinda las múltiples sensaciones de frescura y realismo. En tanto que paralelamente, nos incorpora a un paisaje conocido, con esa sensación bucólica de ser parte de aquel mismo escenario.
La simpleza de la forma, la complejidad de los climas, el impacto del color y la transparencia de la luz, nos van conduciendo por los distintos caminos que se entrecruzan en los lugares y paisajes que él quiere evocar.
Son estos escenarios, precisamente sumados a los aspectos técnicos ya evocados, los que terminan de redondear la obra, dado que nos van conduciendo y comunicando con lo más profundo de nuestras raíces y orígenes.
José Piñeiro Iñiguez