Para Tona exponer sus pinturas esencialistas en su provincia natal, adquiere un sentido íntimo y profundo. Han quedado inalterables, aunque no con la diafanidad de la realidad presente, su infancia y juventud vivida en Salta.
Pero TONA no esta pintando recuerdos, aunque los tiene y muchos; ella a través del color, vuelca imágenes experienciales, metáforas de un sentimiento que probablemente ella misma desconoce.
Con una pincelada que no se queda en lo gestual, TONA
FERNANDEZ concibe el cuadro sin ningún proyecto previo y es el proceso mismo quien la va haciendo ir a campo traviesa en una constante retroalimentación surcando así ese espacio simbólico llamado cuadro.
Las formas van surgiendo y organizándose con espontaneidad a través de un rico cromatismo, hacer y sentir en sincronía, aceptar la proporción de azar y dialogar con ella.
Inquietud, indefinición, sugerencia y una mágica sensación de misterio, hacen que Tona Fernández nos presente sin” representar” un mundo interno dónde aparecen en una continua metamorfosis una niñez y una juventud vividas en un tiempo y en un lugar llamado Salta.
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*Curadora