Jorgelina Estelrrich sabe bien que hay cosas que con las palabras no se pueden manifestar, pero que golpean eso que algunos llaman corazón, otros espíritu y otros alma, explica Luis F. Noé en el prólogo de su muestra. Eso innombrable, eso que no tiene ni rostro ni imagen y que, sin embargo, se manifiesta. En el terreno de lo lógico Wittgenstein había logrado un axioma: "de lo que no se puede hablar hay que callar". Pero, por cierto, otra proposición había formulado poco antes: "lo inexpresable ciertamente existe, se muestra". Jorgelina lo sabe, y por eso apela a la pintura para mostrar -el pintor siempre muestra- lo que no tiene imagen ni nombre pero que a veces se contiene en un rostro o una figura, y otras queda libre de contención, como quien se rasga y grita. La artista apuesta a la emotividad en el terreno de la imagen. Sus obras muestran la emoción y el sonido visual del grito del silencio.
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