Se abre una puerta. Explosión de color .Imágenes disímiles. Pinturas, vivencias, historias, dan lugar a la magia de la expresión. Bienvenidos al taller de Marcela Davidson. Marcela sonríe todo el tiempo, comunica entusiasmo. Expresiva al hablar acompaña cada palabra con un enérgico movimiento de manos. Medita cada respuesta. Antes de contestar cierra los ojos, como si hiciera un esfuerzo por volcar en palabras, sensaciones, sentimientos provenientes de su yo profundo...
¿Cómo definirías tu trabajo?
Para mí, mi trabajo es pedagogía para la expresión, no clonación de lo que hago. Esa es la gran diferencia.
Pedagogía, para que cada uno de mis alumnos, que son tan distintos, puedan trabajar en base a su propia subjetividad. Para esto mismo dejo de ser la profesora que pongo un sello a la obra, y vengo a ser una guía de lo que hay que sacar de esa persona. Puedo darle algún recurso técnico, de hecho, se lo doy.
¿Y en esta tarea de guía marcás un rumbo?
Si la persona quiere trabajar sobre lo plenamente figurativo, o el cuerpo humano a la manera renacentista, que tenga la libertad de hacerlo. No porque esté de moda un arte conceptual, colocar a la persona en ese camino. De hecho sí, abrirle las ventanas, las puertas y los rumbos para que lo conozca todo.
¿Cuál es tu metodología?
Trabajo mucho con videos, con documentales y obras de otros artistas.
Con toda una cantidad de elementos visuales, para que cada uno vaya comprendiendo que hay distintas posibilidades que necesitan ser pasadas por su propio tamiz. Creo que es algo muy valioso que tiene esta época .
Mientras muchos críticos o pensadores de arte consideran que se llegó a un momento, en el cual no se puede hablar más de arte, yo creo que sí.
¿Qué es arte?
El arte es la capacidad de expresión que está en el ser humano más allá de la obra. Por ejemplo, los monjes tibetanos se pasan horas haciendo obras de arte , con palos y tierras de colores y este es un arte efímero, que se les va...
¿Dónde está el arte? Justamente en la acción , en la expresión.
¿En la expresión se da el vínculo con el otro?
Sí, aparece la comunicación, pero es distinta a la del lenguaje, a la de la conversación. Hay otra parte del ser humano que entra en diálogo con un otro libre de prejuicios. Entonces hay que romper las barreras, que son las que tienden a condicionar al otro.
Un pensador de arte austríaco, llamado Gombrich, decía que cuando uno ve un cuadro y dice que no le gusta, es porque en realidad su memoria no puede reconocer nada de lo que está viendo. Al no reconocerlo, lo rechaza.
Mi tarea es desmitificar que no todo tiene que pasar por el que me guste o no me guste, sino que la belleza en sí tiene que estar en descubrir que esa persona por algo lo hizo. Lo interesante es que algo la movilizó para expresar eso. Ahí la obra tiene otro misterio y uno siente la magia de la expresión.
¿Cuál es tu función como maestra en el taller?
Mi función es que puedan reconstruir de los fragmentos de todo lo visual que tienen a su alrededor, de la percepción que tienen de recuerdos, aquella imagen que por algún motivo les haga bien pintar. Que sea algo que parta realmente de la persona. Me interesa muchos sus paletas, los materiales que quieran usar.
Mi tarea es estar al servicio de ese ser, porque para mí son seres humanos que necesitan ese ser expresar.
¿Te interesa mucho la persona?
Me interesa la mejor parte que tenga la persona. Para comunicarnos bien tenemos que estar conectados con la mejor parte de cada uno, como te decía antes libre de prejuicios, de gustos y sentimientos personales. Si no es así, empiezan los conflictos: uno subestima al otro y comienza allí la incomunicación.
¿Cómo es el taller de Marcela Davidson?
Divertido (sonríe). Habría que grabar las conversaciones. En el taller no se habla de actualidad, ni de política, ni de modas. Hay toda una comunicación entre intelectual y fantástica. Los diálogos y la red comunicativa es tan inspirada como lo que se está haciendo, y yo guío para eso. Escuchar al otro, registrar lo que dijo. Desde ese lugar yo siento que dirijo una orquesta donde cada instrumento, cada alumno, forma una melodía que tiene una unidad. El taller es como si te dijese un concierto.
Además es muy reparador estar allí. Sí, para mí el taller de pintura es un universo reparador.
¿Qué viste de reparador en tus alumnos del taller?
Te voy a contar una experiencia muy concreta. Llegó una alumna al taller, que no había pintado nunca. Es una mujer que tiene más de 60 años y tenía en claro que lo que quería pintar era figura humana. Se mostraba inhibida respecto al oficio del dibujo, pero eso era pura técnica. Bastaba sólo su voluntad. Empezó a traer distintos elementos, entre ellos el tema del damero y la figura humana desnuda. No eran casuales y empezamos a analizarlos: lo que ella estaba realizando, era todo un planteo existencial, es decir, por un lado su hija menor que en algún momento se casaría y se marcharía, por otro lado, todas las cosas que le habían pasado hasta entonces , más el quedarse sola. Entonces el significado del tablero tenía que ver con el azar, con el juego, el destino.
¿A medida que pasaba el tiempo esto se traducía en sus obras?
En los primeros cuadros, el damero estaba sobre el piso, rígido y la figura humana sin sombra. Toda una situación de expectativa, de lo que va a suceder. En los últimos cuadros, en cambio, el damero ya perdió esa firmeza, es un tablero que acepta el juego de la vida. Finalmente ella se entrega... (en el último cuadro se observa una mujer desnuda, recostada, entregada al fluir de la vida).
Todo este proceso generó una situación reparadora porque en un año, la hija se casa y se va a vivir a otro país. También la casa donde vivió toda su vida desde su infancia, la vende y decide mudarse de barrio. Este es un caso concreto, pero he visto muchos más.
¿Qué esperás de tus alumnos?
Espero que sean felices, que la impronta que les quede al pasar por el taller sea un inmenso placer. Que cuando estén fuera de él les siga la motivación, que busquen y descubran una imagen que pueda venir bien para la producción de una obra. De hecho, lo que sucede, es que se conocen todos tanto, que colaboran entre ellos. Traen los catálogos que uno sabe que le puede servir a otro. Esto le gustaría a Dolores, esto le encantaría a Cristina. Es ahí donde se conocen.
¿Cuándo considerás que uno de tus alumnos ha alcanzado su propia identidad?
Desde el primer momento yo promuevo la propia identidad . Pero no voy en búsqueda de lo novedoso, de que ellos deban conseguir una identidad distinta.
La identidad tiene que ser el reflejo de aquello que les causa placer. Por ejemplo tengo una alumna que le gusta el arte impresionista. Investigando le gustó Monet y se sintió identificada con él y descubrió que era lo que quería pintar.
Lo bueno de esta época es que no se está copiando. En realidad es muy de occidente que si no creas algo nuevo, no lográs nada. En oriente no piensan así. Hay dinastías que duran 500 años y van repitiendo lo mismo, porque consideran que si realizan lo que hicieron sus ancestros, hacen arte y se conectan con ellos cósmicamente.
¿Porqué en algunos talleres hay cierta familiaridad entre la obra del profesor y sus alumnos?
Tal vez pasa que el alumno necesita de la identidad del profesor para poder desarrollarse. No es mi metodología.
Yo sé que no produce una unidad visual ver un exposición del taller, donde las obras son tan distintas entre sí. Estéticamente, inclusive psicológicamente, cuando uno entra a un lugar busca la armonía, la unidad. Tanta diversidad es difícil asimilarla rápidamente.
Yo prefiero correr el riesgo de que el espectador no consiga esa armonía, pero que cada uno de mis alumnos haya podido decir lo que quería decir.
¿Cómo te sentís cuando uno de tus alumnos adquiere su identidad?
Me siento la persona más feliz del mundo. Que la persona pueda llegar sin saber nada, a producir imágenes propias bien terminadas, me parece maravilloso. Me causa mucha satisfacción comprobar que ese ser, pudo ser libre.
¿Ser libre es haber logrado la individualidad en la obra?
Captar la individualidad es como querer captar un átomo. Es difícil saber, justo, cuál es la partícula de individualidad que hay. Es el resultado de toda su subjetividad que está nutrida por todo su contexto, pasado, presente y fantasías sobre el futuro.
Respetar la individualidad es respetar a la persona y a lo que eligió para trabajar, porque a ella le gustó.
Yo defiendo la apertura de mente para que la persona pueda elegir qué hacer, porque cómo decía mi padre es mejor equivocarse por uno mismo, que por lo que dijo el otro...