En sus pinturas Gabriela Cassano elige evocar los cafés, las calles, las costumbres y perspectivas urbanas de aquellos lugares de Buenos Aires en los que se concentra la memoria social. “Es la ciudad –dice la pintora sobre su obra–, y en ella la transformación de las costumbres, la metamorfosis del pensamiento y los valores éticos, la nostalgia de lo que fue y ya no es, lo que parece y lo que desaparece, la ausencia misma.”
En la muestra que presenta en estos días en la Sala Enrique Muiño del Centro Cultural San Martín Cassano exhibe varias series que resumen los últimos años de su pintura hasta el presente: cuadros de formato mediano y pequeño, donde la figuración aparece –cada vez más fragmentada– como estructurante de la obra.
Los espacios y lugares que aparecen en las pinturas combinan y concentran tanto los aspectos sociales como personales de una historia compartida: la memoria coral de la ciudad.
En sus cuadros se advierte un recorrido por geografías y objetos que en conjunto trazan una crónica de Buenos Aires. A través del uso de la imagen fotográfica vertido a la transformación en imágenes pictóricas, se revela una mirada nostálgica en relación con los sitios emblemáticos donde se deposita la memoria urbana.
Son lugares del presente pero que la dinámica histórica coloca en la categoría de sobrevivientes. En este sentido, lo que la pintora busca a través del artificio de la composición, el trabajo con el color, la aparición de típicos personajes porteños o la geometrización del espacio es que la pintura se coloque a mitad de camino entre la imaginación y el documento.
El propio mecanismo inicial de elaboración de sus obras –fotografías transcriptas y transformadas al lenguaje de la pintura– es una formalización del trabajo simbólico: porque los propios cuadros podrían volverse, en algún sentido, la documentación de un estado de sensibilidad y de conciencia en relación con una Buenos Aires que va del recuerdo al presente.
En esos paisajes que retratan ciertos rincones de la ciudad, al mismo tiempo que dan cuenta de un sitio, un clima o una situación propia de Buenos Aires, la pintora toma paulatina distancia de aquello que muestra y narra.
Para Cassano, lo que la pintura cuenta en imágenes evidencia un protagonismo similar al modo en que se cuenta y el pasado adquiere tanta importancia como el presente.
En la Sala Enrique Muiño del Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, 4º piso, hasta el 17 de junio.