La primavera es femenina. Tiene que ver con la alegría del florecimiento y con el optimismo del re-nacimiento. Su esencia es delicada y sutil, nos habla de la armonía, del acuno y la protección. Su mandato es escuchar, dialogar y entregarse. Y así es la obra de María Boneo, profundamente femenina.
María Boneo es escultora. Talla la piedra y la madera como talla su propio mundo interior. Parte de sus raíces y cincela dialogando con el material. Guiada por la fuerza de su convicción, su innato talento y, en contacto con el estado más puro de su emoción, simplemente quita del material aquello que está demás.
Con cada una de sus piezas se relaciona de manera diferente. La forma, generalmente aparece de un estado de ánimo; a veces la llama algo mórbido, otras, necesita de una forma en acción. Siente que la madera es más fácil, tiene temperatura, le habla y ella la escucha y es, en ese momento, cuando se establece el diálogo mágico en que la veta se acomoda y late. La escultura adquiere, entonces, vida propia. El mármol, en cambio, es más frío y caprichoso; se resiste. Esta resistencia seduce a la escultora que va empujando sus propios límites. Escarba, cuidadosa, hasta encontrar aquello que está allí, esperándola.
Con una imagen que podría ubicarse dentro de una figuración lírica, dentro del arte clásico, las esculturas que forman parte en esta segunda muestra individual de la artista, revelan un marcado interés por las obras de dos grandes del futurismo, Archipenco y Boccioni. Como ellos, Boneo investiga con las formas cóncavas y convexas, creando volúmenes y sugiriendo poéticos anti-volúmenes en los que aparecen efectos como las transparencias y aprovechando al máximo la fuerza expresiva del mármol.
La línea envolvente y las texturas trabajadas a cincel son otra característica distintiva de su obra reciente. Así, en una misma escultura, una superficie esmerilada y astillada se contrapone con otra lisa y suave, que es plácidamente acariciada por la mirada del espectador y, ambas, ponen al descubierto la ductilidad del alma femenina, en la que conviven la fortaleza y la vulnerabilidad.
Una obra viva que trasmite la alegría del florecimiento y el optimismo del re-nacimiento. Como la primavera.
Buenos Aires, primavera de 2007