La escultura es el arte de realizar obras tridimensionales tallando en bloques de materia sólida como la piedra o la madera. La definición es casi de diccionario. También lo es la afirmación de que el escultor, con herramientas especiales, da forma a esa materia sólida eliminando parte de ella. Lo que el escultor conserva constituye la obra. En este contexto de ideas, siempre se recuerda a Miguel Ángel Buonarroti, para quien su trabajo consistía en liberar la forma que ya se encontraba dentro del bloque de mármol.
La escultura es una de las llamadas “artes plásticas”: está hecha para ser vista, observada. También posee la capacidad de producir otras imágenes, de carácter táctil, sugeridas por sus superficies lisas o rugosas. Por otra parte, la recepción de la escultura no puede ser reducida a la contemplación pasiva: incluye también la mirada desde todas las perspectivas o con diversas iluminaciones.
Las aproximaciones tradicionales a la escultura son pertinentes para comprender el trabajo de María Boneo; sus obras en mármol, madera y bronce (en este último caso realizada a partir de materias blandas: el modelado en arcilla), responden al señalado concepto de “artes plásticas”. En este contexto, las esculturas, con formas en tensión y con sutiles relaciones, se inclinan hacia un abstraccionismo orgánico, atento a las posibilidades de lo interior y lo exterior, la superficie y la masa, los perfiles y los ejes, lo liso y lo texturado. Selene, un mármol de 2006, muestra esa voluntad formativa: masas envolventes, aristas, oquedades y texturas, son algunos de sus caracteres constitutivos. En Mulieris, marmol de 2006, aparece la textura del material; en Sibila, bronce fechado en 2005, abundan las direcciones contrapuestas y las texturas.
La escultura de María Boneo reconoce la lección de varios de los grandes maestros del siglo XX: el rumano Constantin Brancusi, autor de El beso; el alsaciano Jean Arp, autor de exuberantes y vitales tallas directas, y el británico Henry Moore, un tallista artesanal que trabajaba la piedra directamente. En esta orientación, Barbara Hepworth decía hacia mediados del siglo XX: “Me opongo radicalmente a la reciente tendencia a dejar de lado la labor de talla por anticuada o no contemporánea. El tallado es para mí un modo de enfoque necesario, una faceta de la idea total que siempre seguirá siendo válida”. Boneo podría hacer suyo el concepto de la escultora británica.
La escultura de María Boneo se mantiene siempre alejada de cualquier anécdota o historia que no sea la permanente discusión visual entre el vacío y la masa, las aristas y las superficies, etcétera. En definitiva, se trata de un arte ligado al formalismo estético que rehúsa todo contenido o narración, poniendo en su lugar algo tan enraizado en la cultura como el “deleite artístico”, categoría central de la estética kantiana