GALERÍA LAURA HABER
Juncal 885 1 piso, Ciudad de Buenos Aires
Cocktail de inauguración: sábado 24 de noviembre de 19 a 22 hs.
Una mirada a la naturaleza
Puede parecer difícil relatar el trabajo de Uri Negvi, que ha hecho del mismo un estilo: la narración, en cada obra, de una historia distinta. En su constelación de personajes, de pequeños acontecimientos, de coloridas extravagancias, de invenciones desprejuiciadas, parece construir, como las sinfonías que te transportan de un tiempo a otro en la música, un puente en el que en cambio te transporta de un mundo a otro, verdadero o imaginario. Y lo hace con una narrativa sin ninguna jerarquía que establezca prioridades, obedeciendo sólo a la dirección de la orquesta de su fantasía y de su irreprimible voluntad de expresarse.
En el concierto de su composición, concebida como en la aritmética de la estructuración musical, los últimos trabajos de Uri Negvi usan mil y una notas: su cifra distintiva, su estilo siempre reconocible, su increíble genio creativo, donde la imagen pasa de una visión de destrucción inexorable a otra de gran composición reconstructiva. Una prerrogativa que desde siempre recorre sus obras y que consiste en una ironía y un cuidado del detalle que las hace siempre diversamente definidas. Los ejemplos de esta práctica descriptiva se reconocen constantemente en la invención inusual de la imagen, en el retruécano de los personajes, en el juego de reenvíos entre realidad y ficción, entre un simbolismo épico y uno actual pero que siempre nos devuelve a la realidad, poniendo la dura realidad en una dimensión lúdica donde a veces predomina la melancolía.
Pero lo fantástico y lo real no tienen en la producción de Uri Negvi los drásticos y densos confines habituales, sino que más bien están fundidos en la luz de visiones amplias, de piruetas del pensamiento, de formas y colores que se persiguen entre sí de modo inextricable. En sus obras el acceso a la verdad no es fácil sino, al contrario, críptico y casi impenetrable, siendo sin embargo todo claridad en la tela, en la maraña de signos y figuras y escritura. Las innumerables facetas de su trabajo, entre artificio y mito, ruedan y actúan entre el secreto interior y el deshilvanarse de una imagen que se revela en una fantasía inagotable que por una parte devela y por la otra no descubre jamás completamente sus intenciones.
Por ello toda su obra parece un teatro de eventos que carga sobre sí aquello que el autor le ha destinado: el límite de la tela es el horizonte donde la historia se desarrolla. Como en las apariciones, las figuras y objetos se manifiestan en levitaciones improbables pero concretas donde la luz define el territorio. Y esta luminosidad reflexiva del color crea emociones, con sus suaves redacciones y superposiciones de signos que no se coagulan jamás en un punto porque es un elemento autónomo de una nueva realidad distinta de la realidad natural y cuya distinción preclara es el color. Color en el cual la potencia activa del cromatismo y la escritura simbólica inventan cada vez sus propios entornos, creando tensiones inestables de un mundo dilatado y al mismo tiempo contraído, pulsante.
En Uri Negvi los conceptos compositivos se unen en una relación absoluta: cada signo, cada efecto creativo, en su totalidad, son un espejo viviente de una íntima espiritualidad que se confronta cada instante con el creador. Así el artista construye sus intensas luminosidades cromáticas en movimiento, reino sígnico donde la narración poética recupera un recorrido artístico arcaico en términos rigurosamente actuales.
Massimo Scaringella