Esmeralda 1353
Esta fuerza oblicua, de origen conocido y dirección determinada por el pasado y el futuro, pero cuyo fin posible se pierde en el infinito, es la metáfora perfecta para la actividad del pensamiento.
Hannah Arendt
Las videoinstalaciones que integran la muestra Fuerza Diagonal, de Silvia Rivas, recorren la cornisa de lo inminente. Cruzando distintos soportes y materialidades, sus obras entraman un repertorio de movimientos que se juegan en el punto de choque entre el pasado, de origen incierto, y un futuro cuya procedencia también se desconoce. Con la neutralidad del gesto minimal combinada con el dra- matismo de una cierta gestualidad barroca, los cuerpos se sacuden, se empujan, se retienen y sostienen, eyectados por aquella fuerza oblicua donde el equilibrio se resiste a ser estable. Todo lo que existe es la acción como pura circunstancia.
El proyecto instalativo toma su título y la consigna básica para su desarrollo performático del concepto de acción inspirado en el pen- samiento de Hannah Arendt, en el que se entiende la acción como punto de partida. Fuerza diagonal es la energía que se proyecta como escenario en el que se despliega el presente. La video-instalación surge del registro de una serie de performances investigando las posibilidades del cuerpo de representar la acción como concepto. Cuando lo privado se revela y entra así a participar de todo lo de afuera, del mundo y del otro. Si bien se trata del actuar en un tiempo en el que, “ el dominio público ha perdido el poder de iluminar”, más allá de la coyuntura se busca generar una reflexión sobre la condición del hombre entendiendo la acción como pensamiento.
Este proyecto está vinculado con la serie de videoinstalaciones Todo lo de Afuera de 2004 en la que se señala la imposibilidad o el impedimento como devenir, donde el conflicto se escenifica como objetivo y condición de vida, en Fuerza diagonal en cambio, el nudo se destraba en una posibilidad desde lo individual generando así un contrapunto con su antecedente.
“Cuando un cuerpo choca con otro, irrumpe el límite que nos salva de la locura pero que al mismo tiempo nos vuelve un poco locos. Porque justamente en el efecto que parece exceder sus causas – una de las incontables definiciones de la idea de acontecimiento – radica la posibilidad de aislar una sensación tan volátil y sutil como la restituida por el contacto con ese cuerpo otro.’‘ Jazmín Adler.