Los rayos de luz cruzan dibujando diagonales y ángulos perfectos entre el follaje de una copiosa arboleda. Cada línea ofrece una intensidad distinta, según las interrupciones previas de una rama, tal vez sólo de una hoja, destellos puros o más tenues, algunos muy ligeros en su levedad. Se trata de una de las imágenes captadas por Muscio en las primeras irradiaciones de una mañana de verano, en una de sus tantas y habituales recorridas por un paisaje que frecuenta. Pantanoso, espléndido e intermitentemente salvaje, el entorno cambia casi imperceptiblemente y lo hace en incesante continuidad. Más luz, sólounos instantes más y el hábitat ya es otro. El bosque como escenario ofrece una perenne fascinación si se sabe mirar y SM es consciente de que sabe encontrar. Ella va al encuentro de esos efectos lumínicos que suelen ser momentáneos y capta la naturaleza evanescente de los reflejos; una forma terrenal de espejismos que transmuta según las horas. Su rastreo se direcciona hacia la luz como aliada en la creación de las formas.
Dice sentirse integrada, en empatía, reflejada ella misma en el entorno, en un abordaje de paridad y horizontalidad con la naturaleza. Fotografía lo que la moviliza: “una emoción, un atisbo de placer, cierta incertidumbre”. Habla de la suavidad de la luz de la mañana, que a medida que ingresa se torna reflejo y a veces destello e ilumina a una planta y ésta a la que tiene enfrente y así todas, tornándose el ambiente espejo colectivo. Entre una y otra se activan de manera especular, se evidencian ideas de familiaridad botánica y colaboración, la coexistencia entre las distintas especies.
A lo largo del tiempo, y en sus distintas series, el lineamiento de su trabajo ha estado ligado más a la emoción y a la intuición que a una programática determinada pero el común denominador de su iconografía es que presenta un registro alterado que se puede entrever, el que aporta una mirada extrañada. El conjunto de imágenes actuales fue captado por Muscio a partir de tomas directas realizadas en sus exploraciones cotidianas y según el día. En esas recorridas fueron surgiendo diferentes filtros ocasionales, atmosféricos, como niebla, neblina o humo que dosifica naturalmente y a veces nada de eso, en esos días límpidos de sol exagerado. A esos registros, en los que abundan los paisajes indisciplinados pero también se encuentran ágaves simétricos y acercamientos fragmentarios a hojas plateadas por las derivaciones de la luz, los intervino con diferentes medios como pinturas, filtros, aplicaciones de dorado a la hoja y láminas de oro. En esas fotografías resalta pequeñas parcialidades, como una rama que surge entre los matorrales o bien la refulgencia de un pequeño brote. También a ciertas secuelas luminosas que aparentan resplandores metalizados, las intensifica con colores más artificiales, poniendo de relieve el lustre. El uso de la pintura fue tomado como recurso y énfasis de tangibilidad, como la topografía del recuerdo del instante captado.
Espejos de formas curvas multiplican las aristas del follaje natural presente en la exhibición, en una recreación estratégica de réplica y simulacro de los recorridos habituales de la artista. Una recreación ilusoria que da lugar a un entorno natural/artificial en consonancia con sus propuestas de imágenes dislocadas, reversibles, como el ardid de un reflejo infinito.