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Romina Ressia presenta su primera exposición individual de pinturas Cultivar flores en galería Del Infinito con texto de Ángel Navarro. El título de la muestra
se desprende del conocido “Libro del arte” escrito por el italiano Cennino Cennini a fines del siglo XIV. Ressia nos comparte su lectura, óleo mediante, de obras notables de artistas del pasado. Su intención de forzar el saber que posee tanto de las piezas como de sus autores pone en tensión los diferentes tipos de memoria (semántica, sensorial, individual o colectiva) buscando reconquistar y moldear su propio archivo para luego propagarlo.
Desde el 9 de julio. Visitas con cita previa: galeria@delinfinito.com
Romina Ressia nació en el año 1981 en Azul, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Su pasión por el Arte comenzó a una edad temprana pero no fue hasta
pasados los veinte años, después de graduarse en Economía, que decidió dedicar su vida al Arte.
Estudió fotografía, dirección de arte y escenografía en diversas instituciones, entre ellas el Instituto del Teatro Colón. Su influencia proviene principalmente de las
pinturas clásicas.
Romina se inició en la fotografía y poco a poco fue incorporando otros modos de expresión como el arte textil y la pintura. Sus obras están representadas por
galerías en Londres, Edimburgo, Suiza, Bélgica, San Pablo, Düsseldorf y Mykonos; han sido expuestas en ciudades como Nueva York, Milán, Londres, Zúrich, París, Bruselas, Barcelona y Buenos Aires, entre otras.
Ressia ganó rápidamente reconocimiento en el mundo del arte. Entre numerosos premios internacionales se destaca la mención “Fotógrafa del año” expedida en el
año 2017 por International Color Awards. En 2016 fue seleccionada como una de las 17 mujeres jóvenes que están en camino de convertirse en figuras influyentes
del mundo por el Foro de Mujeres para la Economía y la Sociedad.
A lo largo de la Historia las obras de arte han sido motivo de admiración, testimonio e inspiración de los hombres y especialmente de los artistas. Ciertos períodos, como el Renacimiento, han basado parte importante de su producción en la recuperación de principios, ideas, técnicas y formas, temas y motivos de ejemplos insignes, a los que consideraron portadores de virtudes inmanentes en la esencia misma de la obra de arte. Los artistas no solo observaron esa producción, sino que se sirvieron de ella muchas veces como punto de partida para la elaboración de nuevos especímenes e interpretaciones de esas formas, transformadas ahora en obras nuevas y originales.
Romina Ressia, artista de experiencia en el mundo de la fotografía, trabaja recreando climas e imágenes del pasado en el lenguaje hiper realista propio del proceso fotográfico. Rompe las escenas creadas al introducir elementos ajenos al tiempo que evocan, anacrónicos detalles destinados a quebrar la realidad
generando molestia, curiosidad e incomodidad en el observador.
Desde ese mundo, Ressia ha ingresado al ámbito de la pintura trabajado a partir de obras notables de artistas del pasado a las que somete a un análisis cuidadoso destinado a extraer lo elemental y más significativo de ellas para poner en relieve sus formas, su composición y sus colores. Rescata características y elige pasajes que luego exalta en la concepción de sus nuevas composiciones.
Aparecen así personajes de célebres retratos, o fragmentos de grupos bien conocidos, de los quedestaca una acción que puede comprometer a dos o más integrantes.
Su trabajo con el Autorretrato de Durero (Munich, Alte Pinakothek) la lleva a destacar la mirada frontal que domina la pintura original, exacerbando el color de sus mejillas, así como la mano izquierda con la que cierra su abrigo, que ahora se hace gigantesca. Eso sucede también con el monograma con que el Durero ha firmado su obra, que se suma a las marcas señaladas para conformar esta nueva y original composición. Algo similar se observa con los Retratos de Agnolo y Maddalena Doni (Florencia, Uffizi) que Rafael pintó entre 1504 y 1507; también con la figura de Juana de Austria, retratada por Sofoniba Anguissola, que aquí se muestra como una serie donde se reitera el procedimiento que hemos mencionado.
De Las Meninas de Velázquez (Madrid, Museo del Prado), Ressia escoge los personajes de la infanta Margarita y su dama de honor María Agustina Sarmiento de Sotomayor quien, mientras se inclina en una reverencia, le ofrece un búcaro con agua fresca. Aisladas y recortadas contra un fondo casi negro, estas figuras adquieren renovada materialidad, vivacidad y significado por el tratamiento que la artista les ha conferido. Esta situación se plantea con otros integrantes que ocupan también el primer plano de la misma obra, como Mari Bárbola (María Bárbara Asquin) y Nicolasito Pertusato, dos enanos que formaban parte del cortejo de la Infanta, a los que se agrega, de modo fragmentario, Isabel de Velazco.
Vale la pena observar el Baco de Rubens (San Petersburgo, Hermitage). Triunfante, aparece en su trono rodeado de un putto, un fauno, un niño sátiro y una ménade que está escanciando su copa. El líquido rebasa el recipiente del dios y es bebido por el niño sátiro del cortejo. Ressia lo pone en evidencia
remarcando el líquido, cuyo caudal ha crecido en relación al original. Esa operación se encuentra también en la propia figura de Baco, que se ha transformado casi en una caricatura. El tema de la desnudez aparece nuevamente en otras pinturas, como La maja desnuda de Goya (Madrid, Prado) y en otra pieza trabajada con una técnica diferente. Se trata de Henry VIII, elaborada a partir de diversos retratos del rey inglés, en una alusión clara a El vestido del rey de Hans Christian Andersen. Ressia juega sarcásticamente con esta imagen en la que los ricos terciopelos bordados de su vestimenta son ahora el soporte de esta pieza textil.
La artista nos ha introducido en su interesante mundo dominado por su intención de “entrometerse” en la memora colectiva y, en su intromisión, opera decididamente en nuestros recuerdos y en la percepción que posemos tanto de las obras de arte como de sus autores.
Angel Navarro