Esmeralda 1353
Inauguración: Jueves 14 de junio a partir de las 19hs
En el 2014 Roberto Huarcaya inició un proyecto que le llevó -junto a otros artistas y profesionales invitados por la organización ecologista WCS-, a Bahuaja Sonene, una reserva natural intangible ubicada en la selva amazónica de Tambopata, al sureste peruano. A partir de esa experiencia y de múltiples viajes a la reserva fue involucrándose con el territorio, con el paisaje y con su tiempo. Por la inmensidad inasible de la selva, por su falta de distancias, por su presencia extremadamente confusa, el artista constató la imposibilidad de «representar» la vastedad y la frondosidad que la experiencia de ésta le otorgaba con dispositivos convencionales, lo que lo llevó a buscar otros formatos visuales, desandando poco a poco, sin clara conciencia, la historia de la técnica fotográfica.
La solución de Huarcaya a la dificultad de la representación lo llevó a experimentar con lo más primario de la experiencia fotográfica, recuperarando un procedimiento antiguo, el fotograma, técnica que, sin mediar lentes ni cámaras, permite obtener reproducciones exactas de los objetos por contacto directo.
“Era simplemente acercarse a la selva por contacto directo y abrazarla de alguna forma con el papel fotosensible y buscar su huella. Lo más primario de la fotografía en contacto con un espacio igual de primario en términos naturales”. Roberto Huarcaya
Estos fotogramas se realizaron desplegando un rollo de papel fotosensible de largas dimensiones en ejes horizontales y verticales entre el follaje durante la noche, mediante un proceso de superposición del objeto a registrar sobre el material fotosensible y exponiéndo este a la luz directa, con un flash de mano, y a merced de la incidencia de factores naturales como la luz de la luna, la lluvia, etc.; de modo que el fotograma es la huella, la sombra de la propia selva. El revelado se hizo en un cuarto oscuro especialmente acondicionado utilizando agua de ríos cercanos. Los restos líquidos del revelado fueron transportados hasta Lima para ser desechados sin afectar el medio ambiente.
Solo así podía el artista aspirar a incluir en unas piezas fotográficas de características monumentales toda la carga de las experiencias y contener simultáneamente las dualidades de la naturaleza, como vida y muerte, orden y caos, realidad y ficción, que coexisten en este territorio primitivo, desbordante, misterioso, mutante y agresivo que es la Amazonía.
Quizá sintetiza la experiencia lo que dijo un grupo de nativos que participaron en ella: “La Selva ha dejado que te lleves parte de su espíritu. Ella se te ha entregado.”