Viamonte 525
Sala 22
CURADURIA DE EDUARDO STUPIA
La muestra “El papel de Miguel Dávila. 1950-2006, dibujo” inaugurará el día 28 de Marzo a las 19.00 hs. en la sala 22 del Centro Cultural Borges de la Ciudad de Buenos Aires.
Con curaduría de Eduardo Stupía, se trata de un recorrido exhaustivo sobre la producción de dibujos de Miguel Dávila, prolífico gran maestro argentino que ha construido su propio lenguaje visual desde el dibujo y el cine, además de su ya reconocida obra pictórica.
Miguel Dávila aprendió de Policastro el amor a la pintura, de Spilimbergo el conocimiento y la pasión por el arte y de Pompeyo Audivert la inquietud por el grabado. En esta muestra se puede percibir esta herencia de sus maestros, su identidad por primera vez vista exclusivamente desde la mirada del dibujo y el cine.
Eduardo Stupía, curador de la muestra, nos adelanta el concepto de esta muestra y su experiencia trabajando con la obra de Miguel Dàvila:
“Todo artista, lo advierta o no, construye su propia arqueología. Si por un momento pudiéramos cambiar el punto de vista a partir del cual se lee y se ubica históricamente a Miguel Dávila, y considerar entonces a su cuantiosa obra pictórica apenas como la punta del iceberg, quizás podríamos ponderar más eficazmente su no menos caudalosa producción sobre papel, extendida ininterrumpidamente a lo largo de los años más fértiles del pintor y, como corresponde a los artistas formados en el rigor académico, en pleno abordaje de todas las disciplinas a su alcance ( dibujo, monocopia, aguafuerte, xilografía, etc.).
(...)
En las sucesivas capas geológicas que van emergiendo a medida que prosigue la exploración, se detectan diferentes densidades, insistencias temáticas, preocupaciones. Entre ellas, quizás el síntoma más recurrente, y que vincula a Dávila con el dilema ideológico-conceptual que tanto lo marcó a él como a muchos otros artistas - y a uno de sus maestros, Spilimbergo - es la pugna irresuelta entre la fidelidad sustancial, constitutiva, a los principios formativos tradicionales, escolásticos, y el incontrolable influjo de las vanguardias. La obra gráfica de Dávila, que es como el hueso a la intemperie de su proteica carnadura pictórica, puede leerse como un electrocardiograma extenso e inconcluso de la ruidosa colisión entre el saber, el estilo, la decisión contenidista y la fuerte atracción de los nuevos lenguajes y paradigmas. A la vez, más tarde o más temprano el eje del problema iba a desplazarse de la tranquilizante polaridad abstracción-figuración para adquirir los atributos de un conflicto mayor: la batalla dialéctica entre representación y lenguaje”.
Narra Alejandro Dávila su experiencia al producir muestras de su padre:
“Don Miguel ha dejado un legado importante en obras, en trayectoria, en alumnos, en enseñanza pero por sobre todas las cosas, la que más me ha marcado, es su convicción, pasión y amor por las artes visuales. Sin claudicación, sin compromisos y asumiendo riesgos en el hecho creativo que, en definitiva, era su forma de ver a aquellos que podemos definir como artistas.
No ser complaciente tuvo sus costos pero fue mayor la tranquilidad consigo mismo.
Una vez comenté que cada obra por más pequeña que fuera era para mi padre como un hijo, hoy ya no está más físicamente y yo me encuentro con muchos hermanos en la soledad del taller, a quienes hay que cuidar ya que son en definitiva la real consecuencia del hecho creativo de un artista.
Yo simplemente veo a mi padre como un total, como un artista que supo utilizar diferentes soportes para expresar su lenguaje. En esta ocasión, la responsabilidad, la mirada, el respeto y la pasión que me abordan no serán diferentes a otras muestras. Mi padre siempre dibujó y cuando pinto lo hizo dibujando, el dibujo es lo primero que vi en la vida de mi padre y fue lo último que hizo, su gran tristeza en los últimos días era su imposibilidad de dibujar y sin embargo su mirada y su pensamiento seguían en la línea, el color y el espacio. Es simplemente un acto de amor, una gran responsabilidad y una inmensa alegría poder disfrutar de este momento, que espero este a la altura de las circunstancias.”
MIGUEL DÁVILA | BREVE BIOGRAFÍA
Miguel Dávila Nació el 28 de octubre de 1926 en La Rioja.
Estudió con Enrique Policastro, luego en el Instituto Superior de Artes de la Universidad de Tucumán, con Lino Eneas Spilimbergo y Pompeyo Audivert.
En 1961 obtuvo por concurso la beca en la especialidad de Artes Plásticas (Pintura), para Europa, otorgada por el Fondo Nacional de las Artes.
Desde 1954 al 2011 realizo prolíficamente más de ochenta muestras individuales en galerías, centros culturales y museos nacionales y extranjeros. Contribuyo a la historia del arte nacional no sólo desde la plástica sino también desde la teoría. Fue invitado a participar de muestras, premios, ferias, envíos y fue convocado para fundar y dirigir el Museo Municipal de Bellas Artes de La Rioja.
Participa de la búsqueda de una nueva imagen en el marco de la “Nueva Figuración” y fue incansable docente en su taller desde los comienzos de su carrera.
Además de su tarea pictórica y gráfica, realizó varios murales y entre los que cabe mencionar los edificios Natania I y Natania II entre los años 1972 y 1974, y Natania III en 1980 y asimismo realizo catorce obras cinematográficas.
Durante su carrera es reconocido con becas y premios, entre los cuales destacamos el primer Premio Salón Nacional de Artes Plásticas y el Gran Premio de Honor Salón Nacional de Artes Plásticas. Poseen su obra colecciones privadas nacionales e internacionales y colecciones públicas como el Museo Nacional de Bellas Artes, Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, Museo Municipal Eduardo Sívori de la Ciudad de Buenos Aires, Museo MACLA de la Ciudad de La Plata, Museo Castagnino Rosario, entre otros.