Uriarte 1373
"Las heridas se curan de noche"
Pintar para Luna es un móvil vital. Aunque su verdadera urgencia radica en traducir a imágenes las formas que naufragan en su mente, que irrumpen en su psiquis antes de acostarse. En sus obras el tiempo se acumula. La primera vez que hablamos sobre el color fue cuando describió los que estaba descubriendo al pintar, cuando un rojo húmedo daba lugar a un rosa mezclado con naranja viscoso, propio de una herida de rodillas raspadas sanando. Si se arrancaba la cascarita seca o se enganchaba en las sábanas durante la noche, la herida devenía cicatriz. Una marca en el cuerpo del paso del tiempo. Tras dedicar años a la realización de pinturas blanco y negro, utilizando tramas geométricas como punto de partida, posiblemente ligadas a la vibración de la ciudad, sus telas cambian de frecuencia. El color y la forma se desatan y se vuelven a reunir en el horizonte, al percibir el cielo a partir de la copa de los árboles. “La emoción que despierta un paisaje es muy intensa: una alegría cercana al dolor cuando la profundidad del azul del horizonte es máxima o cuando las nubes hacen esas cosas tan espectaculares que duran tan poco y que son mucho más fáciles de recordar que de describir”, escribe Rebecca Solnit al poner en palabras la sensación de ver. En la vigilia insomne que caracteriza las noches de la artista, el recuerdo de una ventana de hormigón que observaba con asombro cuando niña, la invita a introducir la curva en su percepción del mundo, en consonancia con su desplazamiento a la naturaleza. La forma de esa ventana, que se convirtió durante algunos meses en una pequeña obsesión cotidiana, resultó ser la unidad mínima de un pattern concéntrico. Testigo de la secuencia lumínica del amanecer, una serie de pinturas liminares, misteriosas y tranquilas, resultan de su intento de capturar mediante la pintura la sensación de ver. La velocidad como fórmula ligada al tiempo aparece con la introducción de objetos móviles al sistema. El ir y venir entre una dimensión y otra, aparecía en operaciones anteriores, cuando el papel calado se espacializaba y se transformaba asimismo en una herramienta para la pintura, en esténcil para el trabajo sobre la tela. Hoy la tridimensión es también una superficie para la pintura. Al fin de cuentas, para la artista pintar es desde chica colorear formas, rellenar casilleros. Las piezas impresas en 3D pintadas con aerógrafo, dan lugar a un tono lúdico que posiblemente señale una intención de movimiento desde la introspección, a la interacción con el otro. La espiral temporal autorreferencial, que caracteriza las obras de María Elisa Luna, escapa al determinismo racional de la tradición concreta con la que alguna vez se emparentó su pintura. Esta nueva serie de trabajos, en cambio, se detienen en el instante preciso en que lo externo y objetivo se transforma —reformulado, regenerado— en algo interno y subjetivo. Como en ese preciso momento en el cual, durante la noche, se curan las heridas.
Carolina Cuervo
La muestra se podrá visitar desde el 7 de marzo hasta el 04 de mayo en galería Gachi Prieto, Uriarte 1373, CABA de lunes a viernes de 14hs a 19hs y sábados de 15hs a 19hs.
Entrada libre y gratuita