J. R. de Velasco 1287, CABA.
El miércoles 26/06 de 18 a 21hs, inauguraremos esta muestra donde el artista abre una puerta hacia su pasado y proceso creativo. Por primera vez desde su adolescencia, Erlich exhibe pintura al óleo, un medio que formó parte de su desarrollo como artista.
Inmerso en el cine y en la narrativa visual, “Próximamente” es tanto accesible como misteriosa. Nos invita a ver detrás del telón de su trabajo y su imaginario, siempre prometedores.
“I think cinema, movies and magic have always been closely associated.The very earliest people who made film were magicians.” “Creo que el cine, las películas y la magia siempre han sido íntimamente relacionados. Los primeros que hicieron cine eran magos”. Francis Ford Coppola
Leandro Erlich escribe en su texto para Próximamente: “Mi trabajo no se considera autorreferencial y tampoco (creo) que mi obra señale mucho sobre mi vida personal, pero mientras me preparaba para LIMINAL, una exhibición an-tológica en MALBA (y la más ambiciosa que he realizado en Argentina), me encontré pen-sando en la adolescencia y mi formación como artista. El título de esta muestra, Próxima-mente, refiere al anuncio que suele anticipar la proyección de una película, pero también apela a la cercanía de algo aún no cumplido, latente, próximo”. En esta muestra, el artista abre una puerta hacia su pasado y proceso creativo. Por prim-era vez desde su adolescencia, Erlich exhibe pintura al óleo, un medio que formó parte de su desarrollo como artista. Inmerso en el cine y en la narrativa visual, “Próximamente” es tanto accesible como misteriosa. Nos invita a ver detrás del telón de su trabajo y su imaginario, siempre prometedores.
“Nobody knows anybody. Not that well”Miller’s Crossing, Joel y Ethan Coen, 1990
TODA SIMILITUD CON HISTORIAS O PERSONAJES REALES ES PURA COINCIDENCIA
Frases como esta suelen anteceder la proyección de una película, no tanto para direccionar la interpretación del film, sino para deslindar de responsabilidades legales a los autores.Imbuido en el espíritu de este tipo de aclaraciones preliminares, en esta ocasión, debería expresar que:Los pinturas en esta exhibición están basadas en fotografías de mis instalaciones. Los títulos de las películas (ficticias) no están asociados al concepto original de dichas obras. Estas pinturas al óleo son, de hecho, mas bien retratos del proceso creativo en sí: El acto de elaborar algo nuevo, de contar una historia diferente, de pintar una cosa encima de otra. Mi trabajo no suele ser autorreferencial y tampoco (creo) que mi obra señale mucho sobre mi vida personalpero,mientras me preparaba para “LIMINAL” (una muestra antológica en MALBA,la más ambiciosa que he realizado en Argentina), me encontré pensando en la adolescencia y el caldo que me supo cultivar.El título de esta muestra, “Próximamente”,refiere al anuncio que suele anticipar la proyección de una películapero,también,apela a la cercanía de algo aún no cumplido, latente, próximo.La adolescencia es desordenada y excesiva, una suerte de lava en la que fluimos. Si somos afortunados, llegamos a tierra firme en algún momento después del ardor de varias epopeyas, batallas yuna docena de personajes (propios y ajenos).La mía ocurrió entre imágenes, películas y pinturas al óleo, los medios en los que me movía con mayor fluidez. Fue en la casa del barrio de Florida primero y Belgrano después, que miré miles de películas en VHS, siempre rodeado por la arquitectura de mi padre. Estas casas constituyeron el territorio literal de mi vida, pero las películas ambientaron su paisaje real, como una escenografía, en la que vivían Hitchcock, Woody Allen, Allan Parker, Sam Peckinpah, Cóppola, los hermanos Coen, Antonioni, Chaplin, Visconti, Fritz Lang.Dentro del cine no había límite, solo experiencia en la que me sumergía al regresar del colegio.En los años 80’ comenzaron a abrir en Buenos Aires los video clubes. Recuerdo estar de pie delante de las cajas de VHS que se perfilaban en grandes estanterías:mis ojos recorrían las tapas y sus títulos durante largo tiempo. Era un lugar pequeño que prometía y frustraba, un buen rincón para estar solo pero acompañado.Las tapas anticipabanhistorias que se revelaban, luego, en el televisor.Sin embargo, esas imágenesal igual que un póster,encendían la imaginación y la curiosidad altratar de anticipar las historias.Fue también en un vídeo club, a los 13 o 14 años, que sentí creerme al borde de un gran descubrimiento (un poco como Tim Robbins con su hula-hula en El gran salto) y empecé mi propia pyme al inaugurar el servicio de delivery para el video club de mi barrio. “No hace falta que me paguen”, les dije a los dueños, “con las propinas de los clientes me alcanza”.Pedaleaba por todo Florida con casetes VHS en la mochilapero,al poco tiempo, otros habían tenido la misma idea, aunque incorporabanel valor deldelivery en el precio del alquilery,cada vez,las propinas fueronmenores. Por último,tuve un accidente menor con la bicicleta y mis padres me prohibieron continuar con mi empresa. Entonces volví a la espiral hipnótica de ver y aprender.El artista escocés Andy Goldsworthy ha dicho que su escuela de arte no fue la academia sino la playa. La mía fue la videocasetera.
Cuando no estaba mirando películas, pintaba al óleo. Me tomaba muy en serio esa actividad, me encantaba y pensaba dedicar mi vida a la pintura. A los quince años, me consideraba un artista profesional y, más específicamente, un pintor.Hoy me da un poco de vergüenza recordar el arte que produje y mis ideas al respecto, de la misma manera que la adolescencia en sí es vergonzosa, afiebrada y explosiva. Pero mis cuadros, en su mayoría perdidos o escondidos, fueron otro caldo de cultivo:una suerte de lava en la que me movía y experimentaba.En “Otras inquisiciones”, Borges, explora el trabajo inspirado por la obra de otro “Cada escritor crea a sus precursores. Su labor modifica nuestra concepción del pasado, como ha de modificarel futuro”En ese sentido, me ha divertido la idea de inspirarme en mí mismo como si yo fuese otro. Yes que,muy a pesar nuestro,el tiempo se ocupa de convertirnos en otro y, finalmente, en una sola vida terminamos siendo una multitud.Entonces, dadoque entre todos estos personajes siempre habrá otro,¿no puedo ser yo también mi propio precursor?Justo cuando mi familia cambió Florida por Belgrano, llegó el DVD con sus cajitas delgadas y elegantes, relegando los torpes casetes VHS y sus ruedas de plástico al olvido.Los video clubes empezaron a rifarlos y mi padre, un gran cinéfilo, los empezó a comprar para así terminar con una videoteca personal de más de mil títulos.“Próximamente”ofrece una pequeña réplica de nuestra colección, la que nutriómi soledad durante años.Cuando empecé a desarrollar esta muestra, mi padre confesó que había tirado toda su colección unos días antes. “Y sí”, me dijo, “me harté y pedí un volquete”. Más de mil películas a la basura. Sólo en el cine se podrían cruzar tan de cerca el acto de destruir y el de preservar.
Leandro.
Junio 2019