MCMC galería
José León Pagano 249.
La exposición está inspirada en una muestra que el artista realizó en la Galería Bonino en 1974 y propone un recorrido que hace hincapié en el proceso creativo y las búsquedas pictóricas del artista a través de una serie de obras de los años setenta. En total se muestran 13 pinturas en acrílicos de gran tamaño y 13 collages sobre papel.
Kenneth Kemble formó parte de quienes sentaron las bases de lo que se conoció como "informalismo", un arte que luchó contra la figuración y contra las vanguardias geométricas derivadas del cubismo. El informalismo trabajaba desde lo táctil de la materia y la sensualidad de la pintura. Formaron parte del movimiento artistas de la talla de Juan del Prete, Nicolás García Uriburu, Alberto Greco, Rómulo Macció, César Paternosto, Pedro Pont Vergez, Emilio Renart, Rubén Santantonín, Antonio Seguí, Clorindo Testa y Luis Wells. El informalismo en el país, tomó características extrapoladas de los movimientos europeos y norteamericanos, adaptadas a la realidad Argentina.
"A través de la experimentación con los valores plásticos pretendidamente puros, me he ido encontrando con elementos de mi pasado, reminiscencia de imágenes vistas pero apenas recordadas, visiones fragmentarias de mi experiencia y proyecciones de mi propia fantasía, como podría ser la naturaleza en otros planetas desconocidos pero concebibles. Han surgido casi solos. Como si se me hubieran impuesto por razones afectivas provenientes de mi inconsciente", manifestaba Kemble sobre su obra en el texto del catálogo que acompañó la muestra de la galería Bonino.
Empleó materiales de desecho como chapas, papeles de lija, clavos, trapos rejilla, vidrios, frazadas, etc.y abrió abrió el camino al objeto, las instalaciones y al arte de acción.
Su obra entre 1958 y 1960 es una obra con contenido político: Su serie de "Paisajes Suburbanos", hace alusión a los asentamientos en los cordones urbanos de una masa de gente que se traslada del campo a la ciudad. Los assamblages hechos de maderas, cortezas de árbol, chapas oxidadas extraídas por Kemble, aluden a la villa miseria. Posterior a la muestra de arte destructivo en la Galería Lirolay, dio pase al conceptualismo. Kenneth Kemble fue uno de los fundadores en la Argentina de lo que algunos expertos consideraron, entonces, como "la gran ruptura" en pos de la total espontaneidad.
Las clasificaciones sirven para los recopiladores, los teóricos y determinado público que necesitan ubicar las diversas formas de arte dentro de partimientos estancos para aclarar sus propias ideas o sustentan sus teorías. La realidad, afortunadamente, es mucho más rica, más ambigua y más estimulante.
La diferencia entre la figuración y el arte llamado abstracto es una nimiedad. La nimiedad del que afirma que tal diferencia no existe. Todo arte figurativo, si bueno, es bueno primero desde un punto de vista puramente abstracto, o sea formal.
Es decir, cuando los colores, las formas, los ritmos, la ordenación de los espacios, las oposiciones entre texturas y demás elementos plásticos configuran un todo armónico, con las incongruencias necesarias como parte que se produzca ese eterno juego entre tensión y relajamiento, relajamiento y tensión, propio de la naturaleza humana, y del arte que es su expresión. Luego se le agrega su contenido conceptual, su mensaje literario, poético o descriptivo, que es igualmente importante – y diría crucial para algunos artistas – pero que no modifica en nada lo dicho anteriormente.
(…)
Todo el arte abstracto o no figurativo se apoya en relaciones de elementos plásticos que pretendidamente excluyen contenidos conceptuales, pero que nunca, o muy rara vez, lo hacen del todo. El azul connota hielo, agua, cielo, melancolía, o simplemente frío. El rojo, pasión, fuego o agresión. Determinados verdes, frescura, tardes estivales o ternura. Otros verdes, la exuberancia de los trópicos. La línea horizontal connota el horizonte de un paisaje. Las diagonales, tensión o inestabilidad, o a lo sumo, un equilibrio precario que cuando se resuelve con éxito nos provee de una sensación inmensamente más satisfactoria.
Yo, que desde hace veinte años he sido considerado un pintor no figurativo, porque gracias quizás a mi afición por la música siempre me he regodeado con las relaciones formales en cualquier expresión artística, me encuentro ahora pintando paisajes. O por lo menos pinturas que, por un proceso asociativo normal en una cultura que utiliza determinados códigos comunes a todos, podrían denotar referencias a una naturaleza real o imaginada. ¿Qué significa esto? Significa sencillamente que, a través de la experimentación con los valores plásticos pretendidamente puros, me he ido encontrando con elementos de mi pasado, reminiscencia de imágenes vistas pero apenas recordadas, visiones fragmentarias de mi experiencia y proyecciones de mi propia fantasía, como podría ser la naturaleza en otros planetas desconocidos pero concebibles.
Han surgido casi solos. Como si se me hubieran impuesto por razones afectivas provenientes de mi inconsciente. Y solamente después de haberlos creado como juegos formales, se me han presentado las asociaciones con una naturaleza real o fantástica.
Hay, desde luego, situaciones forzadas, en las cuales cuesta creer que un cielo pueda ser tan rojo o tan amarillo. Pero este tipo de ambigüedades es común a todo el arte que pretenda ofrecer algo de poesía. La metáfora, la alusión sugestiva, está mucho más preñadas de posibilidades que la mera documentación, o el registro de la realidad. Son la materia de la poesía, y por lo tanto de todo el arte, que sin poesía no existe.
Texto para el catálogo de la exposición Kenneth Kemble, Galería Bonino, del 11 al 29 de junio de 1974
Biografía
Kenneth Kemble (Buenos Aires 1923 - 1998) estudia pintura durante 1950 con su primer maestro, Raúl Russo. En 1951 concurre a la Academia de André Lothe, en París y recorre museos en Francia, Italia, España, Inglaterra, Bélgica y Holanda.
A mediados de la década del 50' retorna a la Argentina. Desde 1956 comienza a desarrollar una serie de collages y óleos – realizados con trapos, rejillas, cartones, frazadas, que forman parte central de la renovación del lenguaje artístico en Argentina. De ahí surgieron las obras de Paisajes suburbanos y, en 1961, la muestra Arte destructivo en la Galería Lirolay, que representaron el quiebre tan buscado y el cual dio paso al conceptualismo en el Argentina: ese arte que se desarrolla en la idea y no en su materialidad. Otros artistas de renombre, como Marta Minujín, Nicolás García Uriburu o Víctor Grippo, se inspiraron en el conceptualismo durante los convulsionados años 60 y 70, en el Instituto Di Tella –bajo la guía del crítico Jorge Romero Brest– y en el Centro de Arte y Comunicación (CAyC).
Una de las preocupaciones de Kemble fue liberar la imaginación, acercándose a la libre asociación de ideas En la década del 60 conoció las teorías del psicólogo William Gordon, quien planteaba el uso consciente de determinados procesos psicológicos a la hora de crear y producir. Esa liberación está más que presente en cada una de sus obras.
Entre 1958 y 1960 produce su serie de Paisajes Suburbanos, assamblages hechos de maderas,cortezas de árbol, chapas extraídas por Kemble de barrios de emergencia de Córdoba. En 1958 expone por primera vez en la Galería Pizarro, en la exhibición Arte Nuevo. En 1961 lleva adelante la exposición Arte Destructivo en la Galería Lirolay, experiencia que abre el camino para el Conceptualismo en Argentina, y las experiencias que se realizarán en el Instituto Di Tella y el CAYC- Centro de Arte y Experimentación- durante la década del 60' y 70'.
En 1963, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires le dedicó su primera exposición retrospectiva, durante el mismo año expone individualmente en el Museo de Arte Moderno de Miami.
Entre 1960 y 1972 fue crítico de arte del diario Buenos Aires Herald; fue Director del Museo de Luján entre 1968-1972 y en 1962 se incorporó como docente en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova,. En 1972 obtuvo el primer premio de pintura en el Salón Nacional de Artes Plásticas Manuel Belgrano. La década del 70 fue fecunda para su producción artística y crítica. Durante la década del 80 expuso individualmente en las galerías Alberto Elía -1980-, Ruth Benzacar -1985, 87, 89- y en el Centro de Arte y Comunicación- CAYC, 1988-. Recibe, en 1983 el premio a la mejor labor docente, otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte, y al mejor artista del año en 1985, adjudicado por la misma institución. En 1987, el crítico Rafael Squirru publica el libro Kenneth Kemble, ensayo crítico y biográfico. En 1994 obtiene el Gran Premio de Honor del Salón de Artes Plásticas. Entre 1995 y 1998 tuvieron lugar dos grandes exposiciones retrospectivas, la primera en las Salas Nacionales de Exposición y la última en el Centro Cultural Recoleta, titulada La Gran Ruptura. Obras (1956-1963), curada por Marcelo Pacheco.
Sus obras están incluidas en importantes colecciones públicas y privadas como la del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires (MNBA); el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba); el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA); entre otros.