Paraná 1133
Estas obras recientes de Juan Lecuona continúan su personal exploración de la llamada pintura de campos de color(“Color Field Painting”), una escuela pictórica nacida en los Estados Unidos en los años 40 y 50 dentro del llamado Expresionismo Abstracto, pero divergente y opuesta a los principios originarios de este movimiento vital y dinámico. Los pioneros y más notorios representantes del “Color Field Painting” fueron, en su momento, Mark Rothko, Clifford Still, Barnett Newman, Arnold Gottlieb; promotores de una pintura no representacional, un arte reposado, casi inmaterial donde la preeminencia se situaba en el color por sobre la forma. Este movimiento no se limitó a un determinado recorte temporal ni a un restringido grupo de artistas. Su influencia se extendió a través de un amplio conjunto de practicantes posteriores (Ad Reinhardt, Robert Ryman, Frank Stella y otros) quienes, cada cual a su manera, siguieron experimentando con el uso casi exclusivo de un solo color o de un conjunto muy reducido de colores. No se puede entender la génesis de esta corriente sin tener en cuenta los antecedentes del arte monocromático del Movimiento Suprematistay de las tempranas vanguardias rusas, (Kazimir Malévich, Alexander Rodchenko) y sus herederos posteriores, como Yves Klein, Lucio Fontana, Piero Manzoni... En cualquier caso, tradicionalmente, se ha vinculado el empleo de un solo color con un tipo de arte despojado, sublime, austero, “espiritual”.
La pintura de Juan Lecuona se sitúa en una zona intermedia entre la moderación del arte monocromático tradicional y las variaciones tonales de los maestros del “Color Field Painting”. Lecuona es osado en su empleo del color: rojos potentes, azules profundos, verdes intensos. Su arte apela igualmente a la exaltación puramente física que el color nos transmite y al misterio con el cual, invariablemente, la buena pintura nos confronta.