"Retórica de lo callado"

Por Eduardo Medici

Es sabido que las nuevas tecnologías han invadido el mundo cotidiano y el mundo del arte no ha sido inmune a ellas. En el primero, está a la vista. En el segundo, vemos que los artistas de todas las disciplinas  hacen cada vez más uso - y a veces abuso - de ellas.

En el caso de María Isabel Hooft,  artista que muestra sus nuevos trabajos luego de haber participado en las ferias Scope en Suiza y Pinta en Londres, es interesante encontrar, para quienes conocíamos su obra pictórica, una vuelta de tuerca en su producción. Una vuelta que la llevó a la fotografía y a la incorporación de distintas posibilidades de intervenir las mismas a partir de programas que los medios tecnológicos ofrecen.

Así, en un trabajo de montaje, esa cuadrícula que usaba para representar fragmentos de vida, es ahora asimilada al conocido “código QR”. Un código que posee formalmente una forma similar a sus cuadrículas y que posee encriptado un texto-pensamiento, pensamiento que puede leerse con un teléfono aunque sólo aquellos que compartan ese código podrán saber de qué se trata. Una manera de retardar el mensaje y a veces dejarlo oculto - aunque no del todo - ya que las cuadrículas ofrecen al espectador que no puede acceder a dicho código ciertas claves para armar una posible lectura. Llaves, corazones, manzanas, bollos de papel, sobres escritos, son los símbolos con los que pequeños personajes, distribuidos en el laberinto que arman cuadrados de color, establecen un diálogo imaginario. Tal vez el mismo que establece el espectador con la obra total. Dice la autora: “Esta muestra habla de lo que no se habla, de lo que no nos animamos a decir, de aquello que nos deja expuestos ante el otro. Lo que decimos, ¿es aquello que pensamos o sentimos? ¿O es sólo una postura que nada tiene que ver con la realidad? Le queda al espectador descifrar los pensamientos que, como bloques de ladrillos, van construyendo lentamente una obra.