Herlitzka + Faria
Libertad 1630
Buenos Aires
El monocromo como enigma
El monocromo es una de las formas artísticas más elusivas y complejas en el arte moderno y contemporáneo. Si reflexionamos acerca de sus orígenes o su significado, nos encontramos con que puede albergar muchas contradicciones. El monocromo no es un movimiento ni una categoría, no es un ismo ni una cosa. Puede ser la pintura como objeto, la superficie material de la obra, la negación de la perspectiva o de todo lo representativo o narrativo. El monocromo puede ser una indicación de la imposibilidad de interpretación; puede representar lo trascendental, puede constituir la búsqueda de lo absoluto, puede encarnar la crítica definitiva de la pintura. […] El monocromo puede ser unreadymade, un objeto encontrado, un cuadro o una ambientación: cualquier cosa definida como una superficie cromáticamente uniforme donde un solo color predomina.
[…] Este libro es sobre el monocromo contemporáneo en Latinoamérica, donde el arte moderno (o arte anterior a 1990) revela muchos ejercicios únicos del monocromo, como podemos ver en los Penetrables de Jesús Soto; en los Parangolés y Relevos espaciais de Hélio Oiticica o las Cromosaturaciones de Carlos Cruz-Diez, por mencionar algunos ejemplos. Hoy día en Latinoamérica el monocromo es tan diverso como es complejo, algunas veces aparece como referencia a la historia del modernismo, otras en relación con la vida cotidiana y la cultura popular. El monocromo en Latinoamérica puede ser conceptual y/o político, o puede ser una indagación sobre las posibilidades y límites del material, y finalmente puede ser que no se piense a sí mismo como monocromo. […] Sin embargo, cuando observamos el monocromo contemporáneo en Latinoamérica nos encontramos con que generalmente niega la opacidad del monocromo moderno. De-construye su naturaleza absolutista europea y norteamericana al hacer referencia y reconocer sus relaciones, su historia y su ideología, mientras cuestiona y contradice su origen esencialista y totalitario. El monocromo concebido de esa forma puede tener sus orígenes en la vida cotidiana como experiencia específica (una idea muy antimoderna), y hasta en la cultura material y en el espacio urbano. El monocromo en un contexto más amplio puede estar relacionado con orígenes menos heroicos y menos obvios, como la caligrafía china, el uso de la roca en escultura y arquitectura en las culturas prehispánicas, en la fotografía blanco y negro, y no siempre en el monocromo moderno europeo.
Hipótesis XV(2010), de Horacio Zabala, revela un monocromo blanco enorme, acompañado de un pequeño pero indiscreto punto negro en la esquina inferior derecha, al lado de la pintura. Esta obra es parte de una serie de hipótesis que el artista ha venido realizando desde el 2009, en la que combina monocromos con símbolos matemáticos o gramaticales, citando los monocromos de Kazimir Malévich y Alexander Rodchenko, y por otro lado, las convenciones del lenguaje escrito. El artista apunta: “aunque estas obras sean presencias plásticas y cromáticas visibles, mi interés y mi intención no sólo se orientan hacia lo que efectivamente se ve, sino también hacia lo que se piensa de lo que se ve”. Para Rodchenko o Malévich, el monocromo nació de una crítica del arte académico, puesto que estaban interesados en absolutos y en la pureza del color y la forma. En contraste, Zabala reconoce la historia de estos artistas pero, por otro lado, contradice su concepción de lo absoluto al agregar símbolos que introducen la pregunta de pensar sobre lo que se ve e interrogar la superficie de la pintura […] El monocromo puede ser contingente y resultado del azar y nunca puede repetirse. Puede ser crítico e inestable, especialmente cuando se encuentra en diálogo crítico o en tensión con el modernismo. El monocromo no ocupa un lugar preciso o absoluto, pero siempre está incompleto en un estado intermedio.
Cecilia Fajardo-Hill