Casa Nuestros hijos, la vida y la esperanza
Av. del Libertador 8141, CABA
Son tiempos, los que hoy nos tocan vivir, de volver a las fuentes. De volver sobre imágenes, símbolos y consignas que quizás, de tan incorporados y hasta naturalizados para algunos de nosotros, los hemos dejado de transmitir con la fuerza y la convicción necesarias. Son tiempos de volver a pensar en los modos de hacer y de entender lo político. Y el arte, sin duda, es una herramienta privilegiada no solo para resignificar y darle una nueva vida a objetos, materiales e imágenes sino también para transmitir, comunicar, tejer lazos y crear comunidad. A través de su obra Gabriela Cassano vuelve sobre un símbolo que no sólo transcendió las fronteras de nuestro país, sino que supo articularse con nuevas luchas y nuevas consignas. El pañuelo blanco (hoy también verde) fue el recurso creativo y performático que, ante el poder desaparecedor del Estado, un grupo de mujeres ‒que en su mayoría carecía de experiencia política‒ ideó para volverse visible y reclamar por la aparición con vida de sus hijos e hijas. Gabriela interviene los pañuelos blancos con sus propios dibujos a través de la técnica litográfica. Como ella misma afirma, “Yo dibujo en una piedra, que a su vez es una piedra ancestral que tiene memoria. Después, por un proceso alquímico, la piedra me devuelve la estampa. A veces me devuelve lo que dibujé, otras veces no. Como pasa con los recuerdos, algo se graba con más fuerza de lo que imaginé que iba a aparecer”. Así, a través de técnicas gráficas articuladas con calados en papel, bordados y la recuperación de fotografías de su archivo familiar, Gabriela mantiene viva la memoria de Alicia, su hermana mayor, médica y Jefa de Residentes del Hospital Italiano, desparecida el 23 de marzo de 1977 a los 27 años. Desde niña Gabriela se dedicó al dibujo y fue Alicia quien la alentó para que se inscribiera en la Escuela de Bellas Artes. Y si bien la práctica artística de Gabriela estaba tempranamente enfocada hacia la pintura, fue en mayo de 2017, en la masiva marcha en rechazo al fallo de la Corte Suprema que habilitaba el 2x1 para los condenados por delitos de lesa humanidad, que comenzó a imprimir sus dibujos sobre los pañuelos. Aquellos también eran tiempos de volver a las fuentes, y para Gabriela, de resignificar su cuerpo de obra. Así, arte y memoria trazaron, como lo hacen ahora, un frente en común. En esta ocasión, las obras de Gabriela Cassano se verán a su vez resignificadas por el espacio que las alberga, la “Casa Nuestros Hijos, la Vida y la Esperanza”. Una oportuna invitación a recordar que las obras de arte ‒al igual que los símbolos‒ aunque surjan en contextos históricos y sociales precisos, nunca quedan atadas al ámbito en el que fueron realizadas, sino que se activan cada vez que se las interpela. Interroguemos entonces los símbolos que las obras de Gabriela nos acercan para actualizar sus sentidos en estos tiempos en que se nos impone insistir que las consignas de Memoria, Verdad y Justicia no son parte del pasado sino una dimensión constitutiva de nuestra identidad, ahora y siempre.
Florencia Battiti
Directora del Parque de la Memoria Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado