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El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad, tiene el honor de presentar el proyecto de Florencia Sadir (Cafayate, 1991) Ofrenda al sol, concebido originalmente para la Trienal de Aichi 2022, Japón, pero recién materializado para esta ocasión con el apoyo que el Museo Moderno brindó para su producción.
La obra de Florencia Sadir nace de su mirada atenta y sensible sobre el territorio y pone particular atención en los saberes desarrollados históricamente por las comunidades de los Valles Calchaquíes; en particular, por aquellas del pueblo de San Carlos, donde vive. San Carlos es el pueblo más antiguo de Salta –fue cobrando forma hacia finales del siglo XVI– y es cuna de artesanos. La práctica de Sadir –que conocemos a través de instalaciones, esculturas y obras bidimensionales que combinan dibujo y objetos– destaca las maneras en que los materiales naturales son transformados mediante tecnologías ancestrales de modo tal que, al entrar en contacto con el fuego, la humedad o el viento, se convierten en adobe, alfarería o tierra fértil para el cultivo. Entre otras funciones, su elaboración contribuye a la construcción del hogar, a la cocción y conservación de alimentos, al traslado del agua o al abrigo.
El trabajo de Sadir, sin embargo, busca desviar estos procesos de su funcionalidad y exhibir las formas de estos objetos al desnudo: con actitud minimalista y fiel a la formación conceptual que recibió en la Universidad Nacional de Tucumán, Sadir viene creando, en su corta pero poderosa trayectoria, instalaciones austeras en las que lo que se descubren son órdenes, texturas, patrones y métodos. Las formas son sometidas a una fuerte síntesis a partir de la cual, al desplegarse, multiplicadas, deslumbran con la sencillez e integridad de su presencia.
Ofrenda al sol es la instalación más reciente de Florencia Sadir y la primera en la que prevalece la fantasía. Animada por la posibilidad que abren a la imaginación los procesos de producción que suceden a ciegas –en referencia a la rica vida material que se desarrolla bajo la superficie y al proceso de cocción y ennegrecimiento de las cerámicas, que ocurre a oscuras dentro de un horno sellado–, Sadir dio forma a seres imaginarios que se elevan como brotes desde un suelo de carbón, la fuente de calor que hizo posible su consolidación como esculturas. Sobre ese manto negro cuya forma recuerda los dibujos caprichosos que trazan las divisiones de los cultivos y de la propiedad, estas esculturas nos participan de la magia de su materialidad y exhiben los saberes que les han dado forma.
Tal como sucede en la mayor parte de las producciones de Sadir, Ofrenda al sol se ha desarrollado en diálogo y colaboración con su comunidad, con la que comparte una larga cadena de aprendizaje y transmisión de saberes, técnicas y métodos de trabajo. En el caso de esta obra, ha sido fundamental el vínculo desarrollado con su maestra ceramista Mabel López, así como con los artesanos Walter Aguirre, Eliana Aguirre, Martín Cardozo y René Condori.
Curaduría: Alejandra Aguado y Clarisa Appendino