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Del infinito presenta una muestra que reúne obras emblemáticas de Federico Manuel Peralta Ramos de las décadas de 1960 hasta 1990 y que tiene como objetivo homenajear a este artista disruptivo y provocador, con una serie de trabajos sobre papel y tela que dan fe de su lado más irónico y sugerente, ese que lo transformó en un artista de culto, un psicodiferente, como le gustaba llamarse.
Ellas develan la aguda percepción de FMPR, que construyendo su propio camino, dejó al mundo del arte dado vuelta, que supo ser un abanderado de las formulas dadaistas y duchampianas frente a la idea de que “La vida es arte” y que el humor y la ironía son las mejores herramientas. Se embarcó en las más extraordinarias aventuras, desde la presentación y destrucción de su famoso huevo en el Insitituto Di Tella, la compra fallida de un toro en un remate en La Rural o la cena que dio en el Hotel Alvear con el dinero recibido de la Beca Guggenheim. Sin embargo, fue aún más lo que creó a partir de las consequencias de estas acciones.
Federico Manuel podía ser el más exquisito e intelectual, el más desenfrenado o el más popular (en relación a sus apariciones en los programas de Tato Bores), así como también podía ser extremadamente sensible y sutil. Esa es la faceta que muestran muchas de las obras que conforman la exposición, donde prima la palabra con la que supo hacer arte, teatro, política y sociología. Fue un canalizador de pensamientos colectivos y tenía la habilidad de sacarle el velo a los espectadores, entendiendo como desestabilizarlos. Esta cualidad cambió la vida de un hombre que a pesar de sus orígenes, apellido y mandato familiar, había nacido para ser artista.
Fue un defensor de sus propias ideologías y nunca forzó su obra para encajar, a pesar de que estaba desesperado por ser aceptado y relevante. No por nada cada vez que podía iba al café de la calle Uruguay en busca de su amigo, por entonces director del MAMBA, Rafael Squirru, y se le acercaba ansioso para hacerle la misma pregunta: “¿Te parece que aún tengo vigencia?” a lo que Squirru siempre respondía que sí. No estaba equivocado, ya que hoy, veinticinco años después de su fallecimiento, Peralta Ramos continúa siendo uno de los artistas más contemporáneos y vanguardistas de nuestra escena, porque generó una revolución universal desde un ámbito local.
Nacido en Mar del Plata en el seno de una familia tradicional, había transcurrido su infancia en el campo. Sin embargo se consideraba un ser urbano y estaba enamorado de la Ciudad de Buenos Aires, en especial de los cafés, donde pasaba largas horas debatiendo, creando y pensando. Su devoción era tal que una vez en el taller de su amiga Marta Minujin hizo una obra que anunciaba: "Que lindo es caminar por las calles de Buenos Aires entrar en un bar y tomarse un cafecito". Con una frase estaba todo dicho.
En conclusión podemos afirmar que de FMPR se sabe mucho y se sabe muy poco.
Que sus familiares y amigos protegieron su legado con celo y respeto.
Que para algunos era un excéntrico y para otros un genio, pero que nunca pasaba desapercibido. Que era un creador anti-académico y un revolucionario.
Y que hablar de él y de su obra es hablar de una misma cosa.
Desde Del Infinito nos honra seguir difundiendo su legado.
ACERCA DEL ARTISTA
Federico Manuel Peralta Ramos nació en Mar del Plata en 1939. Estudió arquitectura en la UBA y fue autodidacta en su formación artística. En 1960 realizó su primera muestra individual en la Galería Rubbers. La siguieron exposiciones en Lirolay, Witcomb, Arte Nuevo y CAYC entre otros. Pintor, filósofo, dibujante, cantante y actor, siempre afirmó que “Pinté sin saber pintar, escribí sin saber escribir, canté sin saber cantar; la torpeza repetida se transformó en mi estilo”. Fue además un emblema de la Manzana Loca de Florida. En 1965 fue invitado a participar del Premio Di Tella donde presentó una escultura de un huevo gigante de yeso y madera titulado Nosotros afuera. En 1968 ganó la Beca Guggenheim donde utilizó parte de los fondos para organizar una comida. Desde la institución reclamaron que devolviera el dinero, pero Federico respondió diciendo: “Me dieron la beca para que hiciera una obra de arte y mi obra de arte fue la cena”. Entre 1969 y 1992 participó en diversos programas de Tato Bores, actuó en dos películas y en 1970 editó un disco bajo el sello CBS/Columbia. Fue el creador de la religión gánica (hacer lo que uno tiene ganas). Falleció en Buenos Aires en 1992. En 1993 se realizó una muestra homenaje en el Museo Sivori y una retrospectiva en MAMBA en 2003.