Inauguración jueves 7 de abril  18hs 

El artista dará una charla el día 15/04 a las 18hs 

EDUARDO MALARA  (1948)

Que extraños resultan los caminos de las personas! Fui empresario hasta los cuarenta y nueve años, y una situación extrema por la que atravesé, cambió el rumbo de mi vida. Hasta esa edad cada mañana me vestía de patrón y salía cada día a trabajar con alegría; sin embargo desde hace unos cuantos años, uso pantalones viejos y camisas manchadas y siento sinceramente que esta es la ropa que siempre debí usar, la de pintor. Para eso nací, para pintar.

Entre los años 1993 y 1997 viví  en Nueva York. Mi hijo, enfermo de cáncer se sometía allí a un tratamiento durísimo. Ambos, él y yo mirando un programa de TV recibimos las primeras lecciones de pintura. Debo decir que quedé sumamente impactado por la pintura, y que hoy sigo tan apasionado como entonces. Mi hijo murió en Nueva York la tarde de Nochebuena de 1997. Coincidentemente con esta circunstancia, la empresa familiar de la cual formaba parte terminó en la quiebra.

El legado de Leonardo, tal el nombre de mi hijo que partió, se fue fortaleciendo cada día. Nunca fui a estudiar, pero pintaba diariamente, desde aquellos días hasta hoy. Cuando percibí que mi obra podría interesar a la gente, comencé a probar distintas estrategias para encontrar mi camino. La mayoría de esos intentos tempranos me conducían al fracaso a la hora de querer vender. No desmayaba, seguía probando nuevas formas, pero nunca dejaba de pintar. Recuerdo que visité a un galerista muy conocido, que luego de observar mi obra, me recomendó que pintara quinientos cuadros mas, y entonces volviera a visitarlo. Esa fue, tal vez, la crítica mas dura que escuché en toda mi carrera de pintor. Sin embargo esas palabras, lejos de derrumbarme, resultaron de incentivo para seguir creciendo. Nunca me desalenté.

Muy lentamente,  mi obra se fue instalando en el difícil mundo de la plástica argentina. Hoy puedo expresar con alegría que la pintura es mi medio de vida desde hace varios años. La temática de mi obra está centrada en el paisaje, nuestro paisaje, lo argentino. Seguramente los años de mi niñez que pasé en un orfanato en Mercedes, Buenos Aires, fueron los años donde el contacto con el campo nuestro se instaló en mi retina para siempre. Además creo que Dios fue generoso al regalarnos una diversidad paisajística como la nuestra,  y sobran motivos para inspirar a cualquier pintor.

Al pintar tengo dos objetivos bien definidos:

1º) Dar gloria a Dios, dado que mi fuerte fe cristiana me lleva a reconocer que el talento que poseo, es puro regalo de Dios. De modo que si hay algo de valor en mi trabajo, reconozco que la gloria es para Él, y no para mí. Por eso, debajo de mi firma en cada obra coloco las tres letra “pgD” que literalmente significan: para la gloria de Dios.

2º) Llevar alegría al observador; de manera que si alguien siente algo agradable en su interior, frente a un cuadro mío, digo entonces que mis dos objetivos están plenamente cumplidos.

Mi compromiso con esta actividad es total. Vivo como pintor. Siento como pintor, y como pintor miro los colores que existen; pero también imagino los que no existen para enriquecer mi paleta, buscando que el resultado de mi labor apunte a la mayor excelencia pictórica posible. Este es un desafío que acepto cada mañana.

Finalmente deseo destacar que el Banco Ciudad, fue la primera institución que creyó en mi, integrándome desde hace mas de doce años a la nómina de artistas que participan de sus subastas y muestras permanentes. Vaya pues mi agradecimiento.