J. R. de Velasco 1287, CABA.
Inflado Blando
Algo que -lleno de aire- está en una situación de inestabilidad en relación al ingreso y la salida de ese aire que le da y le mantiene su forma, está en el límite de devenir "criatura".
Y el proceso constante que lo sostiene en su configuración, tamaño y posición, una "respiración"[1].
(*) De hecho lo es, es la lucha del dispositivo en constante consumo de energía para poder entregar esa masa de aire sin la cual ese objeto, la "criatura" (aunque me tienta el término "creatura", que me remite mucho más y a la vez a la Biblia y al cine clase B, esas películas de terror y/o ciencia-ficción en que la crEatura era de una endeblez patética -en el sentido fuerte del término, no en el que es usado y abusado sobre todo por los estadounidenses cuando dicen: "You are pathetic"- debido a que la carencia del recurso, la situación incierta de supervivencia de la creatura -la cinematográfica, no el monstruo del film- se hace a tal punto lenguaje que transforma la propia producción en una forma de pathos, razón por la cual han devenido objeto de culto) se transforma en una forma residual o, mejor aún, una protoforma, el objeto casi en estado de proyecto[2], el antes de que sea el objeto que viene a ser, gracias a ese influjo de vida que le da el dispositivo alimentador (respirador, es más cercano), un resto-anterior al objeto consumado y obstinado en sostener su forma tridimensional (había que decirlo, para ser criatura tiene que salir de la bi para llegar a la tridimensión, operación espacial que corresponde casi analógicamente a la operación de paso de estado proyectual a realización concreta).
Y allí estamos.
De eso se trata: ese lugar inestable es el de una instancia que se abre entre; entre la obra consumada y el estado de proyección (y pocas veces la cercanía proyección/proyecto se hace tan patente como en estas construcciones de David Maggioni), instancia que se tiene que renovar constante y continuamente -como un pacto- para que la obra (la creatura) permanezca, al menos por el tiempo que le ha sido dado.
Y no estábamos tan allí como creíamos.
Porque aquí aparece otro entre.
Entre la obra y su concepto se despliega un espacio en el mismo momento en que parece desaparecer la distancia: la obra -site specific- no sale ni intacta ni completa ni indemne de la sala de exposiciones, de hecho no sale, por lo menos como tal.
Ahí aparece la distancia, porque la obra es la misma posibilidad proyectual. La criatura puede volver una y otra vez, derroche de arte o de objetualidad, desprecio de la cosa que -sin embargo o por eso- requiere un trabajo riguroso y minucioso, paciente en extremo, para ser construida.
Y el término "construida" tiene un sentido intermedio, porque lo que construye Maggioni, es lo que en algún momento -gracias al toque del artista, que retrocede abismalmente en una especie de máquina del tiempo para volver a ese artista demiurgo en el que (ya) no creemos- devendrá (mediante esa inyección de vida del dispositivo aireante, gracias al pneuma) obra acabada, consumada.
Pero.
Volvamos al comienzo.
Consumada en su fragilidad, en su incerteza e inestabilidad.
En esa lucha que -extrapolada- es susceptible de devenir lucha epistemológica: en tanto lo que tensiona es el propio estatuto de objeto[3] en un campo, el del arte. Y, si bien el arte -a esta altura de los acontecimientos- nos tiene más o menos acostumbrados a las arenas movedizas conceptuales y -diría- epistemológicas, en este caso lo que aparece, lo quizás diferente, es que estamos al borde de poder pensarlo desde un lugar plenamente tranquilizador, ya que es -con todo derecho- un objeto construido plenamente por la "pericia y habilidad manual" del artista, quien -por si esto fuera poco- hace hincapié todo el tiempo en esa construcción.
Y por si esto no fuera poco.
También hace hincapié -de un modo alucinado, creo- en metodologías geométricas, conformaciones matemáticas, en una creencia casi religiosa en que su hacer es científico.
Maggioni no yerra en el sentido de lo riguroso que se suele asociar a lo científico. Su procedimiento y metodología son rigurosos y exhaustivos.
Sólo que son completamente injustificados e injustificables[4]. De hecho podrían ser otros cualesquiera y seguirían teniendo la misma validez. Y eso -juego o delirio- deviene, de nuevo, problema epistemológico: porque en el arte el famoso plano de legitimación o de justificación está -por supuesto- en otro lado. Sólo que al decir "otro lado" no estamos hablando de una locación, de coordenadas localizables en un lugar preciso de la cartografía de la práctica o de la teoría del arte.[5]
Entonces.
Maggioni construye algo que -en fin- sólo está para dar valor a una forma conceptual, a un pensamiento repetible (como todo signo) -que, además, se sostiene en la experiencia que un visitante pueda hacer del encuentro con esa cosa-[6], sólo que sin esa materialización concreta en una seudo-criatura frágil, esforzada y efímera, no tendría sentido, ni siquiera existencia.
Maggioni dice que piensa este objeto, esa construcción neumática como una niebla. Y pienso -de nuevo, cierto cine volviendo de modo recurrente- en aquella película de John Carpenter: The fog.
[1] Pienso en aquellos objetos respirantes de Pablo Reinoso, pero la analogía termina pronto, porque aquellos se veían y sentían estables en su regularidad, como de respiración asistida y controlada, y esto se percibe como un esfuerzo constante, una lucha extenuante.(*)
[2] Casi en ese estado proyectual que es el dibujo de lo que va a ser, el plano, la planta de la "cosa".
[3] Objeto no refiere a algo material bi o tridimensional sino a lo que puede ser objeto artístico.
[4] Espero que Maggioni no se entere de lo que acabo de decir. Recurro a la discreción del lector.
[5] La irrupción misma de algo que en cierto momento se resuelve como producción artística pone en evidencia esa fragilidad -por lo menos contemporánea- de lo que definiría qué es o no es arte.
[6] Vaya novedad, Roberto, como si el arte fuera otra cosa.
Roberto Echen
Rosario, 24 de septiembre de 2011
................................................................
Más info: www.ruthbenzacar.com